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Mas refulgentes luces, ya bañada
En las inmensas aguas de Oceano:
Tal era el resplandor que despedia
Diomédes de sus hombros y cabeza.
Minerva le hace entrar en la batalla,
Y en la parte que mas se combatia, si
Con furor, con ardor y valentía.
 Habia entre los ínclitos Troyanos
Un hombre que Daréo se llamaba,
Muy rico, muy prudente y virtuoso.
Era gran Sacerdote de Vulcano,
Y Phegeo é Idéo eran sus hijos
En toda suerte de combates diestros.
Estos dos separados de sus tropas,
Por sus fuertes Caballos conducidos,
Van con ímpetu fiero ácia Diomédes
Que iba á pie á acometerlos. Al instante
Que llegaron á él, Phegeo ilustre
El primero despide su gran lanza
Contra el hijo valiente de Tydeo.
Se desliza el acero al dar el golpe
Sobre su espalda, izquierda, sin herirlo;
Pero á este mismo tiempo el gran Diomédes
Le invade con su lanza. El mortal hierro
No parte de su mano inutilmente,