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„Mi muger y palacio, yo consiento
„Que mi cabeza corte un enemigo
„Si en el fuego no arrójo aquestos arcos,
„Haciendolos pedazos con mis manos.
„¿De qué me sirven tales compañeros,
„Quando son á venderme los primeros?
 „No hables asi (replíca el sábio Eneas),
„Pues no conseguirémos ciertamente
„Destruír á este hombre, si no vamos
„Con Caballos y carros á su encuentro
„A probar nuestras armas con las suyas.
„Ea, pues, á mi carro sube al punto
„Para que puedas ver si son valientes
„Los Caballos de Tros, y si en el campo
„Saben correr con suma ligereza,
„No solo persiguiendo, sino huyendo.
„Ellos nos llevarán muy prontamente
„Salvos á la ciudad, si otra vez Jove
„Da la victoria al hijo de Tydeo.
„Conduce por tí mismo los Caballos,
„Y yo en el carro iré para el ataque,
„O combate tú mismo muy ufano,
„Y guiaré las riendas por mi mano.”
 El ilustre Pandaro le responde:
„Guarda prudente Eneas tú las riendas