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El pecho le pasase, y diese muerte.
Mientras ella sacaba silenciosa.
Fuera de la batalla á su hijo amado,
El hijo del ilustre Capanéo
Las ordenes no olvida que Diomédes
Antecedentemente le habia dado.
Su carro aparta, pues, de la refriega,
Cuelga luego las riendas en el yugo,
Desciende, y va corriendo á los Caballos
Del intrépido Eneas, los conduce
Desde los Teucros hasta los Argivos,
Y á Depylo su amado compañero
(A quien mas que á los otros sus iguales
Honraba y estimaba, porque era
De su mismo carácter y prudencia),
Entrega estos Caballos con intento
De que los lleve luego al campamento.
 Despues el mismo Héroe al carro sube,
Y tomando las riendas en la mano,
Por sus bravos Caballos cónducido,
Alcanza en un momento al gran Diomédes,
Que con su acero en mano perseguia
A la divina Venus, conociendo
Que era una Diosa debil, y no alguna
De las dos que presiden en las guerras