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„Que arrastran por la tierra como tales.”
 Dixo asi; y el gran hijo de Tydeo
Dió entonces ácia atrás algunos pasos
Para evitar la íra y el enójo
Del formidable Dios. Apolo entonces
Cogiendo al claro Eneas le retira
De enmedio del combate y de la turba,
Y le lleva á lo alto de la sacra
Ciudadela de Pérgamo, en que habia
Un templo á él consagrado. Alli Latona
Y Diana de flechas muy amante,
En el lugar mas sacro le colocan,
Le curan ellas mismas las heridas,
Y le colman de honores y de gloria.
En tanto formó Apolo una fantasma
Que parecia á Eneas de tal suerte
Por estatura y armas, que los Griegos
Y aun los mismos Troyanos renovaron
Al rededor de ella un gran combate:
Las corazas, los yelmos, los broqueles,
Los dardos y las lanzas en el ayre
Volaban con ardor y resplandores,
Y el estrago excitaba sus furores.
 Entonces dice Apolo al fiero Marte:
„¡Oh Marte Marte , ruína de los hombres,