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Dixo asi; y en el pecho á Menelao
El ánimo movian sus palabras,
Y ya á entregarlo iba á su escudero
Para llevarle á las Acheas naves:
Mas corriendo á este tiempo con presteza
El Rey Agamenón, lléno de rabia,
Y con tono colérico, le dice:
„¿En qué piensas, cobarde Menelao?
„¿Qué compasion es esa con los hombres?
„¿Acaso los Troyanos en tu casa,
„Te han tratado tan bien ¿Ninguno de ellos
„Quede sálvo ni libre de la muerte,
„Ni del fuerte vigor de nuestras manos,
„Ni aun tampoco los niños que estuviesen
„Todavia en los senos de sus madres.
„Todos perezcan en la excelsa Troya,
„Quedense alli insepultos y sin gloria,
„Y nunca de ellos haya mas memoria.”
 Con tal reconvencional punto muda
La mente de su hermano, el qual repele
A Adresto con su mano, y á este tiempo
Agamenón le pasa con su lanza
Por báxo del costado cae supino,
Y el Rey Agamenón poniendo entonces
Un pie sobre su pecho, de la herida