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Y sentado en su tálamo halla á Páris
Registrando sus armas tan hermosas,
Y puliendo su escudo, su coraza
Y sus corvados arcos. A su lado
Tambien sentada estaba Elena Argiva
En medio de sus damas, á las quales
Mandaba hacer labores muy insignes.
Mirandole con ojos encendidos
De cólera y furor, Héctor le dice:
„¡Oh Principe infelíz no es decoroso
„Que aqui estés irritado, y no combatas.
„Los Soldados perecen combatiendo
„Cerca de la ciudad y muros altos,
„Y tal rumor de guerra por tu causa
„En torno á esta ciudad se mueve y arde.
„¿Tú no reprehenderías al que vieses
„Del horrendo combate separado?
„Levantate de ahí, ven prontamente
„Para impedir que Troya la sagrada
„Sea del fuego ardiente devorada.”
 Páris responde á Héctor de esta suerte:
„Ya que tan justamente me reprehendes,
„Te ruego hermano mio que me escuches:
„No por íra ó rencor contra los Teucros
„Aqui estaba en mi tálamo sentado,