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„Todos perezcan desgraciadamente.”
 El gran Jove Tonante se sonrie,
Y á la sábia Minerva le responde:
„No temas oh Tritonia amada hija,
„Por todo quanto he dicho anteriormente,
„Pues quiero ser contigo mas clemente.”
 Asi dixo; y al carro luego pone
Sus veloces Caballos, adornados
Con el oro brillante de sus crines.
Se ciñe el cuerpo de oro; despues toma
El látigo de oro, y sube al carro:
Incíta á los Caballos á que corran,
Y van volando voluntariamente
Entre la tierra y estrellado Cielo.
Llega al Ida de fuentes abundante
Habitado de fieras, y á la cumbre
Del excelso Gargaro, en que tenia
Un templo y un altar muy perfumado.
Alli el Padre de Dioses y de hombres
Detiene sus Caballos, los desunce,
Y de una oscura niebla los rodea.
Despues se sienta en la eminente cumbre,
De magestad y gloria circuído,
Mirando á la ciudad de los Troyanos,
Y ácia el campo y las naves de los Griegos.

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