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Ascendió el Sol á la mitad del Cielo,
Tomó entonces el Padre omnipotente
Las balanzas de oro, y puso en ellas
Dos destinos fatales de la muerte,
Que es conductora de perpetuo sueño,
Uno de Griegos, y otro de Troyanos.
Tomadas por en medio las sostiene,
Y cae el fatal dia en los Acheos.
Los hados de los hijos de la Grecia
Acia la tierra la balanza inclinan,
Y los faustos destinos de los Teucros
Hasta el Cielo espacioso se levantan.
Júpiter desde el Ida truena fuerte,
Y un ardiente relámpago despide
Al Exército Acheo. Los Argivos
Al verle se conturban y sorprehenden,
Y un pálido temor á todos pasma.
Ni, Agamenón, ni el grande Idomenéo,
Ni los dos fuertes Ayax, protegidos
Del implacable Marte, se atrevian
A sostener el choque de los Teucros.
Solo el Gerenio Nestor, el mas fuerte
Custodio de los Griegos, se detiene
En el campo marcial, aunque por fuerza,
Porque estaba muy debil un Caballo

 Tomo I.
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