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Como una tempestad partió al instante,
Y del Ida eminente descendiendo
Se encamina velóz al grande Olympo.
En las primeras puertas, que son muchas,
Al encuentro les sale, las detiene,
Y asi la orden de Jove les intíma:
„¿Dónde vais? ¿qué furor os estimúla?
„No permite el Saturnio que á los Griegos
„Presteis favor ni auxilio. Si vosotras
„No obedeceis, el hijo de Saturno
„Os echa esta amenaza, que no es vana:
„Que hará que queden cojos los Caballos
„Debaxo de su carro, que á vosotras
„Arrojará del carro refulgente,
„Haciendolo pedazos, y en diez años
„Que no podreis curar de las heridas
„Que os hará con su rayo formidable,
„Para que sepas, Palas, que combates
„Contra tu mismo padre; pues con Juno
„No es tan grande su enójo ni su íra,
„Porque siempre acostumbra á interrumpirle
„Todas sus intenciones y designios.
„Mas tú serás, Minerva, temeraria
„Si á levantar te atreves tu hasta ingente
„Contra Jove tu Padre omnipotente.”