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llo eran entonces pasiones honrosas, y Homero las dexó en la misma estimacion en que estaban, sin que repugnase á su siglo el representarlas con rasgos que confirmaban su modo de pensar.” En otra parte dice tambien: „Generalmente hablando, Homero no podia desviarse de las idéas comunmente adoptadas, ni pintar sino lo que veía. Sus Dioses, por mas despreciables que son, sin embárgo son los que adoraban: sus Héroes, por mas groseros que parezcan, no obstante eran los Héroes de aquel tiempo: la fuerza del cuerpo se reputaba como el mayor mérito, y Homero habla casi siempre de ella, con mas admiracion que de la virtud... No se ofen dian de las injurias groseras, que pone en boca de sus Héroes, porque de parte de aquellos hombres robustos y respetables por su vigor, solo tenian entonces estas injurias un ayre noble de superioridad, al paso que nosotros les atribuímos la idéa de una baxeza indecorosa.”

Las luces de la razon, el juicio exâcto y el discernimiento equitativo, exigen indispensablemente que quando leamos los Auto-