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sentes, como si fuesen unos usureros aváros, que hiciesen tráfico de sus dones y gracias; de manera , que los ricos estaban asegurados de obrar como quisiesen impunemente; pero me parece que el pasage de Homero no presenta este mal sentido, y lo que Phenix dice, lo contemplo muy conforme á lo que leemos en la Escritura Santa. Salomón, hablando del Templo que habia edificado, dice[1]: Quicumque oraverit in loco isto, exandi de habitaculo tuo, id est de Cœlis, & propitiare. A qualquiera que te dirija sus ruegos en este lugar, oyele desde tu santa morada, es decir, desde el Cielo, y aplacate. Los ruegos, los sacrificios, las ofrendas y libaciones, eran unos medios ordenados por Dios, para desarmar su íra, y atraer sus gracias, no por lo que son en sí mismos, sino como señales de la mutacion del corazon y de la voluntad; y de este modo debe entenderse este pasage de Homero. Llamando á los ruegos Hijos de Júpiter, bastante se explicó él mismo: los ruegos que


  1. Paralipom. VI. 19.