Página:La Ilustración española y americana1875.pdf/49

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida

Cuentan las crónicas de aquel tiempo que el servicio, la cena, las flores, las luces, la música, los juegos y las intrigas eran sin igual en los bailes organizados por la marquesa de las piruetas; pero lo que daba á estas fiestas un atractivo especial, cierta apariencia italiana y algo del carácter misteriosamente seductor de las noches venecianas, es que era de rigor que los convidados asistiesen á ellas con antifaz.

En el baile como en la cena, en los pasillos como en los salones, sólo se veian caretas de raso y terciopelo, y bajo ellas ojos chispeantes. Fácil es imaginarse lo que serian semejantes reuniones tras el siniestro y sangriento paréntesis de la revolucion.

Un clavo saca á otro clavo; una pasion de las más vehementes que caben en el corazon humano mató la pasion por estos pasatiempos exótico-coreográficos. El juego, autorizado por aquel entónces en París, despobló los salones de que acabamos de hablar y llevó en masa al París bullicioso á los dorados garitos de Fruscati, situados entre la calle de Richelieu y la calle Vivienne. Aquél fué otro furor más peligroso. A los quince dias de autorizado el pego, la ruleta estaba instalada y funcionaba sin descanso en todas las esquinas de París.

Pero este recuerdo no está enlazado con la actualidad: proscribámoslo, y volviendo á las ruinas de la Opera incendiada, hagamos una postrer revelacion. En el almacen de enseres del extinguido teatro se conservaba un esqueleto humano, que era terror de las alumnas de la Academia de baile, más conocidas en la jerga parisiense bajo el nombre de ratas, á causa de sus instintos omnívoros y de los destrozos que causan en las fortunas y salud de sus adoradores. Este esqueleto formaba parte de los accesorios del teatro, por legado de su legitimo dueño el ente desventurado que habitó en vida dentro de la osamenta susodicha.

Fué el tal un pobre diablo llamado Boismaison, quien tuvo la desgracia de enamorarse perdidamente de una de las ratas mencionadas. Esta le abandonó, seducida por los bigotes retorcidos de un sargento de Guardias que estaba encargado de la custodia del teatro, entónces dependencia directa de la córte, y el pobre Boismaison murió de desesperacion.

Antes de lanzar el último suspiro redactó su testamento y legó su cuerpo al médico de la Opera, á condicion de que lo disecase y entregase el esqueleto á la Administracion para que ésta lo utilizase en sus cuadros escénicos.

El pobre muchacho (Boismaison no tenía sino veinte años) esperaba, gracias á este legado, que sus restos no se apartarian del sitio donde habitaba la ingrata que le costaba la vida, la cual era hija de la conserje del teatro. En efecto, allí ha permanecido el esqueleto durante setenta y pico de años, encerrado en un armario, de donde no salia sino para figurar en la escena de la evocacion infernal que forma parte del segundo acto del Freischütz, provocando con su aparicion el supersticioso terror de las coristas y bailarinas.

La nueva Direccion no ha creido oportuno trasladar al nuevo coliseo estos restos legendarios, que el incendio respetó y que ayer vi yo amontonados en una carretilla con destino á una fábrica de negro animal.

Hay sinos aciagos que no fenecen ni áun con la muerte. Tal es el del pobre Boismaison, befado en vida por una pérfida, muerto de amor burlado, profanado en sus restos mortales, y cuya postrer etapa va á ser el horno y el molino de una fábrica de colores, es decir, la torrefaccion y el trituramiento.

¡Negro hado! Tan negro como la última trasformacion de las moléculas del muerto.

¡Y todo por una mujer! Lector, Dios te preserve del amor.

PICO DE LA MIRANDOLA.


REVISTA CIENTÍFICA.

LOS COLORES DEL ALQUITRAN.

Hace cerca de un siglo (en 1785) que el ingeniero frances Lebon descubrió que, destilando la madera, ó más bien el carbon de piedra, en vasos cerrados y á elevada temperatura, se obtiene un gas iluminante que puede utilizarse para el alumbrado de las poblaciones y de las casas. Diez y siete años despues, ó sea en 1802, el inglés Murdoch puso en práctica el descubrimiento de Lebon y estableció una fábrica de gas de carbon de piedra en Inglaterra. Los resultados fueron tan buenos, que Murdoch tuvo numerosos imitadores, y la industria del gas adquirió rápidamente una extension tan grande, que en la actualidad no queda apénas ciudad ni villa, por insignificante que sea, que no se halle alumbrada con gas.

Pero lo que no podian sospechar Lebon, ni Murdoch, ni ninguno de los que han introducido esta nueva industria, es el número y la importancia de las industrias secundarias que de ella llegarian a desprenderse.

Cuando se destila el carbon de piedra se producen tres sustancias distintas: el gas, el cohe y el alquitran. Desde un principio el gas ha servido para el alumbrado y el coke de combustible, pero quedaba el alquitran como materia sin valor, buena todo lo más para cubrir la madera de construccion de buques, con objeto de impedir la accion destructora del agua. Y sin embargo, precisamente en el alquitran se hallaba el gérmen de las importantes industrias que se han desarrollado despues.

Sometiendo el alquitran á la destilacion, se divide en dos partes: una volátil y otra sólida que queda como residuo. Por espacio de muchos años la ultima ha sido empleada únicamente como betun. Más adelante verémos que en el dia ha llegado á ser una importantísima industria; pero detengámonos un momento en la parte volátil, ó sea el aceite mineral que de la destilacion del alquitran se obtiene.

Este aceite dista mucho de constituir un cuerpo único: es una mezcla de varios hidrocarburos (compuestos de carbono y de hidrógeno), de algunos cuerpos oxigenados, como el ácido fénico, y de algunos alcaloides sin aplicacion hasta ahora.

El aceite mineral es la primera parte del producto de la destilacion del alquitran que ha sido utilizada. Despues de haberla desembarazado del ácido fénico agitándola con la potasa, y de los alcaloides agitándola con el ácido sulfúrico, se la dividia en dos partes por medio de una rectificacion: una parte más volátil, que servia para el alumbrado en las lámparas, y otra ménos volátil, que durante mucho tiempo sólo ha servido para untar las máquinas, y que, de poco tiempo á esta parte, merced á los trabajos de M. Sainte-Claire Deville, ha sido utilizada como combustible.

Pero la parte más volátil no habia dicho, con el alumbrado, su última palabra. Los industriales Colas y Pelouze no tardaron en reconocer que, rectificada de nuevo, esta parte daba cierta cantidad de benzina, excelente para quitar manchas, y crearon la industria de la «Benzina Colas», que les produjo pingües beneficios. Esta industria era, no obstante, limitada, cuando por los años de 1859 á 1860 el quimico aleman Hobman descubrió que bajo el influjo de ciertas acciones oxidantes, un alcaloide que Zinin habia obtenido por medio de la bencina hacia muchos años, la anilina, daba una sustancia de color encarnado.

En manos de varios quimicos industriales, este descubrimiento fué la base de una industria que en pocos años llegó á adquirir un desarrollo inmenso. La parte del aceite mineral que hierve á ménos de cien grados, tratada con el ácido nitrico, se convierte en un derivado nitrico, la nitrobenzina, cuyo olor se parece al de la esencia de almendras amargas. Puesta en presencia del hidrógeno naciente desprendido por medio del hierro y del ácido acético, la nitrobenzina se trasforma en el alcaloide descubierto por Zinin, es decir, en la anilina.

Basta con calentar un poco esta anilina con un cuerpo oxidante, y particularmente con el ácido arsénico, para convertirla en una magnifica materia roja, que se fija directamente, en frio, sobre las fibras animales y vegetales de la seda, de la lana ó del algodon, dando matices poco firmes, es cierto, pero de un lustre desconocido hasta el dia.

El alquitran habia llegado, pues, á dar origen á una materia colorante superior por su lustre, si no por su consistencia, á la misma cochinilla. Mas no podia bastar á la industria el obtener asi un solo color: el mismo lustre de este color engendró el deseo de preparar tambien, partiendo de la anilina, los colores azul, violeta, verde, amarillo y negro, cuyos colores se han obtenido todos por medio de la materia roja. De modo que hoy se pueden sacar del alquitran del carbon de piedra várias sustancias colorantes, que dan toda la escala de los colores y que superan en belleza á cuanto los tintoreros conocian anteriormente.

Hemos dicho ya que el aceite sacado del alquitran por destilacion contenia, ademas de los hidro-carburos que sirven de base á la preparacion de los colores de anilina, un cuerpo oxigenado, el trido finico, ó fenol.

El fenol ha sido utilizado en medicina para curar las heridas y llagas; pero ademas de este empleo, que no tiene gran extenson, sirve, como los hidro-carburos, para la preparacion de varias materias colorantes. La más importante de todas es el ácido pícrico, que se produce bajo la accion del ácido nitrico sobre el fenol, y que es una de las materias colorantes amarillas más hermosas que existen. El ácido pierico, en estado de sal potásica, la sido tambien empleado como pólvora de una gran energía.

Quedaba la parte sólida de la brea, que todavia no habia sido empleada cuando Graebe y Liebermann descubrieron para ella una aplicacion de la mayor importancia. Utilizaron aquella parte sólida en la extraccion de un carburo sólido de hidrógeno, el antraceno, con el cual han podido preparar artificialmente una materia colorante que, mucho tiempo há, se extraia de un vegetal cultivado en el Sur de Francia, en España, en Italia y en Siria, la rubia (rubio tintorum).

La sintesis de este principio colorante, que lleva el nombre de alzarina, merece que la examinemos detenidamente, pues es uno de los descubrimientos más bellos por la naturaleza verdaderamente científica del trabajo que le ha producido.

Hace más de cuarenta años que los químicos habian estudiado la rubia, y debemos decir que el problema que consistia en separar y estudiar uno á uno los diversos principios colorantes de aquella planta habia permanecido bastante oscuro por espacio de mucho tienpo. Sin embargo, se llegó á saber:

1.º Que la rubia no contiene la materia colorante formada en el momento en que se la saca de tierra, formándose despues por la descomposicion de un cuerpo más complicado, el cual, al descomponerse, da, al mismo tiempo que la materia colorante, cierta cantidad de azúcar.

2.º Que la rubia contiene várias sustancias colorantes, entre las cuales se nota la alizarina y la purpurina.

Pero sobre las demas sustancias que acompañaban á estas dos, sobre la importancia de cada una de ellas en la tintorería y sobre su constitucion química no se sabía nada completo.

La alizarina fué estudiada en primer lugar. Mas siendo muy complicada su molécula, y siendo el análisis elemental limitado en la exactitud de sus procedimientos, no se llegó á la verdadera fórmula. Los quimicos creyeron que se derivaba de un hidrocarburo, de la naftalina, siendo así que se derivaba de otro hidrocarburo muy diverso, el anfraceno.

El error de los quimicos era tanto más natural cuanto que, como composicion centesimal, los números exigidos por la fórmula verdadera se aproximaban mucho á los que la fórmula supuesta exigia, y que, por la oxidacion, la alizarina se convierte en el ácido tálico, que se obtiene tambien por medio de la naftalina.

Con todo, el error de los quimicos acerca de la verdadera fórmula de la alizarina fué causa de que por largo tiempo, y hasta estos últimos años, todas las tentativas hechas para obtener sintéticamente esta sustancia no dieran ningun resultado. No podia ser de otra suerte, cuando se trataba de preparar por medio de la naftalina un derivado del antraceno.

En tal estado las cosas, Graebe y Liebermann dieron principio al estudio de la alizarina. Estos quimicos comprendieron que antes de ensayar la sintesis de la alizarina era necesario conocer su naturaleza quimica, saber de qué hidrocarburo se deriva, puesto que todas las sustancias orgánicas provienen de un hidrocarburo generador correspondiente. Para resolver este problema, destilaron cierta cantidad de alizarina extraida de la rubia con polvos de zinc. El metal le quitó su oxigeno y el producto de la destilacion fué el hidrocarburo generador de la alizarina, esto es, el anfraceno.

Era cuestion resuelta. Conocido el hidrocarburo de que proviene la alizarina, fué fácil establecer la fórmula completa del cuerpo colorante, y se vió por esta fórmula que la alizarina está respecto del antraceno en la misma proporcion que la quinona, cuerpo conocido mucho tiempo há, lo está respecto de la benzina.

Para obtener sintéticamente la alizarina bastaba, por lo tanto, aplicar al antraceno los métodos que producen la quinona por medio de la benzina, ó cuando ménos, aquellos métodos levemente modificados.