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gloria espléndida de ser victima en el altar de la patria atribulada, pedia un dia más para su malograda primavera, un dia para gastarlo en juegos infantiles con sus compañeras.

III

La gala más aparente y preciada del doctoral aposento— y mereciera serlo en lugar de más subidas galas, — era un crucifijo de bronce, de buen tamaño, colgado en su repostero de damasco rojo en sitio principal y como presidiendo á la austera sencillez de la estancia y sus desnudas paredes.

La agonía en el Calvario es vasto poema que sirve de episodio al poema infinito de la vida, pasion y muerte de Jesus, extrema su interes sobrenatural, resume su simbólica sublime y apura su célica doctrina. —La divina inspiracion lo cifró por mano de los evangelistas sus historiadores en siete frases, en las cuales resplandecen con viva lumbre, acrisoladas por la Cruz, las virtudes y perfecciones del Redentor, y á par de ellas sus dolores sobrehumanos, precio de la redencion. Ya es su clemencia augusta que dice al Padre: « Perdónalos, Señor, que no saben lo que hacen. »— Ya su justicia remuneradora ofreciendo al malhechor castigado y arrepentido parte y lugar en el paraíso.—0 su tristeza suprema exhalada en un clamor de angustia inexplicable: « ¡Dios mio, Dios mio, por qué me desamparas!» ó su resignacion, ó su paciencia, ó aquella filial sumision admirable con que restituye al eterno Padre su obediente espiritu, cumplida su mision salvadora, y vencidos á costa de tantas lágrimas, sudores crueles y toda su sangre los combates á que vino enviado por decreto de la Sabiduría infinita. — Ahí pueden escoger los hombres la frase y el momento conformes con la naturaleza de su ingenio y la disposicion de su ánimo, cuando quieren representar la escena postrera del sacrificio del Hijo de Dios.

El Cristo del Doctoral, inclinada voluntariamente su cabeza, no desfallecida; entreabiertos los ojos como si buscasen en la tierra algo que le doliese dejar desamparado en ella y que apegase todavía á la vida su corazon invadido por la muerte, parecia en punto de pronunciar las palabras con que hiciera hermanos suyos á todos los hombres, dándonos por hijos adoptivos á su santa y dolorida Madre en la persona de su mejor discipulo Juan. Era Cristo, en la expresion acabada y sublime de sus dos naturalezas; el Cristo del salmista, verdad, compasion, misericordia y paciencia..... Miserator et misericors, patiens et multae misericordia, et recax..

Tenía en el pueblo merecida fama y veníanlo á visitar continuadamente naturales y forasteros, entendidos é ignorantes, á los cuales sin reparo ni privilegio se abrian patriarcalmente las puertas de la casa.

IV.

Los ojos de Do Magdalena paseaban, como va dicho, su perspicaz mirada inquieta por una y otra parte de la estancia de uno á otro objeto. Alguna vez la posaban en su señor, de cuando en cuando la alzaban al Cristo; pero más á menudo y con señales de mayor cuidado la detenian en Cimbalillo, que alastrado y recogido, puesto el hocico sobre sus patas delanteras, estremeciendo á intervalos la piel para ahuyentar alguna mosca importuna, abriendo y cerrando pausadamente los ojos, se empapaba en sol, aprovechando el que entraba por las vidrieras y se vertia sobre el tillado con primaveral alegría y despilfarro.

Cimbalillo era un doguito casero, de estos que decimos carlines; bien plantado y vivo, canelo de color, cercenado de orejas; la nariz negra, lustrosa y arremangada; la breve cola, águisa de rosca ó buñuelo, retorcida y pegada al anca. Habia sido regalo de una amiga á D. Magdalena con motivo de quejarse el ama del Doctoral de la soledad en que vivia y de haberse compadecido con femenino instinto la tal amiga de ciertos afectos vagos y sin empleo que mortificaban el tierno corazon de D." Magdalena.

El Doctoral recibió al huésped y recienvenido cachorro con su cariñosa paz acostumbrada, le habló é hizo saltar triscando los dedos, y dejó que tomára plena posesion de la casa y de los muebles, saltando por sillas y banquetas, saliendo á ladrar á los balcones y recogiéndose á dormir en la piel que le abrigaba los piés bajo la mesa de trabajo. Y al tercero ó cuarto dia de establecido en casa, resolvió uno de los apuros más grandes del ama, poniendo nombre al can, y fué de esta mallera.

Acostumbraba el buen canónigo, terminada su frugal comida y dadas gracias á Dios por ella, recostarse en su cómodo sillon y trasponerse un rato, dejando reposar su espiritu en un estado intermedio y no claramente definido entre meditacion y sueño. Para que el descanso fuera completo y no interrumpido, D." Magdalena, recogida la mesa, entornaba las puertas del balcon, cerraba las de la sala y se entraba á comer en la cocina con el silencio posible, dejando para más tarde la faena del fregado y arreglo de vasija y demas tren de freir, cocer y guisar, operacion ruidosa siempre y ocasionada á inesperados estrépitos y quiebras por la naturaleza sonora del metal y frágil de la loza.

El cachorro, con gustos de señor como todos los de su especie y egoísta ademas, luégo de satisfecha su hambre en la cocina, pues la pulcritud extremada del Doctoral, sobrepuesta á su bondad, no consintió dar cubierto al can, como suele acostumbrarse, á los piés de su propia mesa, sacudió su pelo, estiróse bien, abriendo desmesuradamente ojos y boca, y partió para la sala, que le parecia lugar acomodado para su siesta como para la de su amo. Y hallando las piertas cerradas, pusose á llamar en ellas rascando con las garras y latiendo dolorosa y patéticamente como hacen perros y áun hombres cuando piden algo que desean y no pueden por su mano hacerse con ello. Por lista que anduvo Doña Magdalena á los latidos del cachorro, á fin de evitar que despertase á su señor, ya éste habia roto su ligerisimo sueño, levantádose, y abierto paso al perro, al cual quiso Do Magdalena castigar y llevarle á encerrar en cualquiera parte, sin que el Doctoral lo consintiera, quedándose, pues, Cimbalillo á dormir en la estancia en que el canónigo dormia. Lo prudente y atinado de este acuerdo y tolerancia hiciéronse evidentes al siguiente dia, en que D." Magdalena, previsora y cauta, apénas el cachorro hubo comido, determinó encerrarle, eligiendo para cárcel cierto aposento que no se nombra y es en nuestras viviendas antiguas apéndice necesario de la cocina, de la cual, áun siendo derivacion y consecuencia naturales en el órden fisico de nuestra economía, parece que debieran alejarlo razones más altas de aseo y bien parecer. Y digo que el buen pulso del canónigo en consentir al perro, pareció de bulto y en toda la plenitud de su acierto con aquella ocasion, porque apénas encarcelado Cimbalillo en la secreta estancia con no pocos afanes y trabajo de l)." Magdalena, comenzó no á latir mimosamente como á las puertas de la sala, sino á dar tan agudos, desaforados y redoblados aullidos, que despertó al Doctoral, hizo desesperarse al ama, y alborotada la vecindad, no faltó en ella quien desahogase su enfado con tal maldicion para el cachorro, que á tener efecto, nos ahorrára ahora de cansar las letras de imprimir con su recuerdo.

No sirvieron más otras industrias con que probó el ama á guardar el sueño meridiano de su señor, que de más cerca ó más léjos, en tono alto ó bajo, ó fuera de todo tono, venian infaliblemente á turbar y descomponer los ladridos del cachorro. Precisamente este oficio de cortar la siesta al canónigo y recordarle del sueño, era oficio que desempeñaba cada dia el cimbalillo de la catedral llamando á coro, por lo cual sin duda, al cabo de tres ó cuatro dias de pruebas inútiles, resuelto ya el buen Doctoral, y persuadida Do Magdalena á ceder y cesar en sus mal pagados afanes y ensayos, abriendo al can de par en par las puertas de la sala,

— Entra, Cimbalillo, —le dijo, —entra y haz como quisieres, que acaso tienes tú más conocimiento que nosotros, y de todas maneras nos das ejemplo de constancia en tus propósitos, que pudiera servir á muchos hombres, y merece ser recompensado.

— Cimbalillo de Satanás—murmuró entre dientes doña Magdalena, que presente estaba, la cual no se atre- vió nunca á pronunciar en voz alta el nombre del ángel réprobo, no se dice si por buenos respetos á su señor, ó porque recordase haber aprendido en su aldea que el caido tentador está siempre en escucha de los pecadores, y apénas se oye, siquiera floja y timidamente, apellidado, se presenta sobre la tierra al servicio y cuidado de quien le nombra.

—¡Bendito sea Dios, —añadió en seguida como si quisiera conjurar la evocacion y purificar sus labios— ¡bendito sea Dios! ¡qué ocurrencias tiene el señor!

Y verdaderamente, para el ama que gobernaba tantos años habia sus horas y sus obligaciones domésticas por los toques de la campana capitular, el tañido del metal habia de tener algo de voz viva, superior y casi sagrada, y habia de antojársele profanacion censurable o punto ménos que herejía, á no salir de la boca del I)octoal, la aplicacion del nombre de la campana á una criatura que, aunque viva y sensible, todavia le parecia inferior al bronce, órgano inerte de la regla canónica.

Pero cuando más confusa se veia dando vueltas en su discurso al gravisimo caso, acertó á presentarse trayendo algun recado el campanero, hombre sutil, despreocupado y atento á llevarse bien con los señores del Cabildo, y sabedor de lo sucedido, celebró tanto la gracia y oportunidad del mote, que aquietó por completo la escrupulosa conciencia de D." Magdalena. — Y no era para ménos, puesto que si álguien interesado sobre todo el pueblo podia haber en la consideracion y respeto del cimbalillo, era aquel que le movia y animaba, y de este uso y manejo hacia su ocupacion, estado y sustento; y áun siendo ama de canónigo, y por añadidura beata, parecia exceso excusado mostrarse más celosa del prestigio de una campana que el propio campanero.

Entre tanto el Doctoral, no exento, á fuer de hombre, de pasiones humanas, y entre ellas de ese natural y envidiable contento que paga á todo inventor las fatigas y torturas que pudo costarle su invento, no dejaba de complacerse y deleitarse en su obra. Repitió el nombre algunas veces acariciando al perro, á lo cual éste respondia con las demostraciones de alegria propias en quien, como vulgarmente decimos, se ha salido con la suya; desde cuyo punto y hora quedó en posesion de la sala para dormir y del nombre de Cimbalillo para responder á las llamadas y halagos de cuantos amigos y relaciones tenian el Doctoral y su ama.


A LA MUERTE DEL NIÑO ANTONIO DE LA ESCOSURA.

 
     ¡Otra luz apagada en ese cielo! [1]
¡Más sombra en vuestro hogar! ¡La noche fria
Otra vez enlutando con su velo
Del casto eden la cándida alegria!
¡Otra vez rinde á su dolor tributo
La pobre madre que su queja exhala;
Otra vez en la tierra están de luto
Y en el cielo los ángeles de gala
Murió del limpio vaso
Voló el perfume, como el rayo de oro
Que desvanece el sol en el ocaso!
De los alegres dias,
De las tranquilas noches de la cuna,
De aquellas balbucientes armonias
Que entre los labios virgenes del niño,
Como un raudal de tiernas profecías
Sembró la madre y cosechó el cariño,
¿Qué resta ya?—; la cuna solitaria,
despoblado el verjel, la tumba llena,
El labio sollozando una plegaria
Y tronchada en el polvo la azucena!!

Si hasta despues de muerto sonreia,
Si ya la nave se acercó á su puerto,
¿Vivió cuando vivia
O ha empezado á vivir despues de muerto?
No el largo insomnio tu desdicha labre,
Pues cada niño que el sepulcro huella,
Un niveo surco en los espacios abre
Surgiendo en él la espiga de una estrella.
.....................
Cuando apénas la palida mortaja
Trocó por los cendales del querube,
Nuevo capullo en el rosal se cuaja:
Y es que hoy el ángel que á tus brazos baja
Viene á ocupar la cuna del que sube.

ANTONIO F. GRILLO.
8 de Julio de 1875.


BOCETOS MUSICALES,

NERON.

IV.


La noticia del triunfo artístico-musical alcanzado en Nápoles por muestro héroe se esparció con la velocidad del rayo por la ciudad de los Césares, y no bien el Emperador hubo regresado á ella, cuando numerosas diputaciones corrieron presurosas á palacio, suplicando á

  1. El primer verso de esta poesía lo dictó al autor Ventura
    Ruiz Aguilera, al rogarle aquél el metro para la composicion.