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LA ISLA DEL TESORO
tarme, caí en un sueño tan pesado que entre un tronco y yo no había la menor diferencia.
Todos los demás estaban ya levantados mucho tiempo hacía; ya habían almorzado y traído casi doble cantidad de leña que la acarreada la víspera, cuando me desperté con una baraúnda repentina y un rumor desusado de voces.
—¡Bandera de paz!, oí que decía alguno; y luego percibí, casi en seguida que, con una exclamación de sorpresa, añadían:
—¡Es Silver en persona!
Al oir esto, dí un salto y restregándome todavía los ojos, corrí á una de las troneras del reducto.