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Un ambiente procuran delicioso.
De Helena esposo y del gran Jove yerno,
Aqueste doble timbre te asegura
Vida inmortal y lauros y venturas.»
Al mar se arroja el Númen á estas voces,
Y el alma en sus pensares triste y mustia,
Yo á mis secuaces vuelvo. Sin demora
Preparamos la cena, y sorprendidos
Por la brumosa noche, en las arenas
Procuramos pasar las tristes horas.
Mas, al ver que la aurora nos devuelve
El suspirado día, nuestras naves
Lanzamos á la mar, y el palo izando
Al viento damos las robustas velas.
Estan los remadores en sus bancos
Las aguas azotando con firmeza,
Y en el egipcio río pronto entramos.
Amarradas las naves á la orilla,
La hecatomba á los Dioses prometida,
Sin descanso ofrecí, y al triste hermano
Un mausoleo alcé que eternizara
En aquellas riberas su alta gloria.
Volvimos á las Naos en seguida
Y nos dio el cielo tan propicios vientos
Que pronto recobré la patria mia.
Tú, Telémaco amado, aquí te queda
Por once ó doce auroras á lo menos.
Yo cuidaré de tu feliz retorno
Con los honores que te son debidos.
Un suntuoso carro y tres corceles
Llevarás, y con ellos un gran vaso
De riqueza esquisita, en que á los Dioses
Ofrendas hagas, que á tu fiel memoria
Presenten el amor de Menelao.»
— Telémaco responde }: «No mis pasos
Aqui detengas mas, hijo de Atreo:
A mi querer, un año te escuchara;