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Se pudiera negar? dureza suma
Tal proceder llevara. Sus secuaces
Mozos son, cual vosotros, eminentes.
A Mentor á su frente he conocido...
Mentor ó una Deidad, que en su semblante
Ví divinales señas, y me admira
Que en el puerto le he visto esta mañana,
Cuando ayer para Piles se embarcaba. n
La turbacion acrecen estas voces
Y el estupor que en la asamblea reina.
Cesa el juego; se agrupan y se sientan.
Antinó, el alma airada, ardiente el ojo
Y el corazon rabioso: «¡Oh! bien es esa
En Telémaco, dice, alta insolencia.
¡Un niño que escapar sabe á la vista
Que acechándole está! ¡parte atrevido
Sin ningun beneplácito, y sin penas
Nave encuentra, y los jóvenes mas dignos
Sus compañeros son! ¡oh, cierto, un golpe
Infausto y sin ejemplo nos amaga!
Mas antes que estallar pueda en nosotros,
Sobre su frente lo fulmine Jove.
Dadme pronto una nave, buscad luego
Veinte audaces y fuertes remadores;
Le esperaré á su vuelta en el estrecho
Que Ítaca y Samos con el mar separa.
Yo os juro que la audacia que le impele,
Sin consultarnos, á buscar al padre.
Cara, otra vez os juro, que le cueste.»
Dice, y todos aplauden su firmeza
Y la propuesta espedicion aprueban.
De sus asientos se levantan luego
Volviendo á retirarse en el palacio.
Pronto sus amenazas y designios
De Penélope llegan al oïdo.
El heraldo Medon, que desde afuera
Sus negros planes escuchó afanoso,