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Los ausilios me dió que requeria;
A mi debilidad procuró un baño,
Y en fin debí á su afecto estos vestidos
Que tu justa atencion han escitado.
La verdad me pediste y mi obediencia
Con la verdad responde á tu mandato.»
—«No ha sentido mi hija, Alcinó dice,
Lo que á tu triste estado competia.
Con sus siervas no supo conducirte
Hasta el palacio mismo; suplicante
Te presentaste, y cualidad tan grave
Otros deberes, otra ley prescribe.»
—«¡Oh generoso rey! esclama Ulises,
A tu bija no inculpes; con sus siervas
Ordenóme seguir; mas mi cordura
Consentirlo no pudo, recelando
Que las leyes del mundo herir pudiera;
¡Es tan dura del hombre la sospecha!»
—«En mi juicio no está, dice el monarca,
A irreflexivo impulso abandonarme;
Aprecio los motivos delicados
Que en tan crítico lance te guiaron
¡Oh Júpiter! ¡Apolo! ¡gran Minerva!
¡Potentes Dioses! si tus pensamientos
De acuerdo con los mios estuvieran,
Si quedarte quisieras con nosotros
¡Oh como haria que mas tiernos lazos...![1]
Un estado aqui mismo te fundara

  1. Knight suprime esta esclamacion porque dice que no puede ser de Homero; tan repugnante encuentra que un Rey que ve por primera vez à un hombre, sin saber si es un aventurero ó una persona honrada, le esprese el deseo de darle su hija. Nosotros lo hemos puesto porque lo hemos hallado en las demas traducciones y porque vemos en Homero tantas otras irregularidades; le vemos pasar tan á menudo de lo sublime á lo ridículo, que no le queremos disputar la propiedad de esta idea. Ademas, la calidad de Rey, tan prodigada en las obras de Homero, no parece significar toda la ple-