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XIV

union de tantos trozos separados. Luego es constante tambien que los Retores de Alejandría pusieron la última mano á estas obras, siendo Aristarco, que descollaba en aquel pueblo en el siglo tercero antes de J. C., el que las dividió en veinte y cuatro cantos, uno para cada letra del alfabeto; para lo cual pudo echar mano de las ediciones manuscritos que ya habian salido de Chio, Argo, Creta, Sinope, Chipre y de la que Aristóteles mandó transcribir para su discípulo Alejandro, conocida por el nombre de edicion de la cajita.

Por tales trámites nos han llegado estos monumentos primeros y mas elevados de las letras antiguas, que como se ve han pasado por tres épocas muy distintas: primera, la de los Homéridas y Rhapsodes que las trasladaban á la memoria de los pueblos descosidas y confusas; segunda, la de Pisistrato que formó de ellas un cuerpo regular y compacto, entregándolas á las letras escritas en dos partes principales, bajo los nombres de Ilíada y Odisea; tercera, la época de la escuela de Alejandría, cuyos gramáticos las dieron la forma y subdivisiones que tienen en el día.

¿No resulta pues de todo ello la causa de las inconnexiones que he señalado, la falta de plan, de unidad, de sistema que me he atrevido a indicar? ¿Cómo podia ser de otra manera despues de tan larga serie de vicisitudes y traspasos? Esto no quita sin embargo que todo ello sea una cosa grande, inmensa, y que un solo hombre sea su factor primero. Es un rio portentoso que salió por hijuelas y se reunió al cabo en un solo cauce, para asombrar al mundo y hacer fructificar en él el gérmen mas precioso y seductor: el de las letras humanas, móvil el mas poderoso de la civilizacion.

Por todo lo que acabo de decir se hallará, sin duda, que traducir á Homero es una cosa muy difícil; traducirle en verso es una fatuidad y traducirle sin conocer la lengua en que ha escrito es una locura, si no se quiere decir con mas propiedad que es una imperdonable necedad. Estos enormes pecados de lesa-Literatura acabo yo de cometer con la presente traduccion de la Odisea, y lo mas chocante de tal procedimiento es que los he cometido con plenitud de conocimiento de lo que iba á hacer. Mi disculpa está en esta sola frase: no he sabido resistir á la