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Cuantos haya políticos secretos.
Nuestros largos trabajos pudo apenas
Jove galardonar; en todos ellos
Nadie igualarse con Ulises pudo;
En genio y en astucia, todos, todos,
A Ulises por su gefe proclamaron.
Tu padre... mas ¿será que su hijo seas?
¡Atónito te miro!... ¡oh si! tal fuera
Su noble acento. En tan pueriles años
Solo el hijo de Ulises tal hablara.
En el consejo siempre, en la asamblea,
Por de quier que nos viésemos entrambos,
Iguales siempre fueron las ideas,
Las voces, el sentir; siempre uno solo
Fue nuestro fin: ¡Dicha y honor á Grecia!
Despues que Troya sucumbió, volvimos
Las naves á ocupar; las dispersara
Enemiga Deidad. Júpiter mismo
Quiso á los griegos amargar la vuelta;
Sin duda porque justos no eran todos,
Porque nó todos la razon seguían;
De la hija del padre de los Dioses
Infinitos murieron á las iras.
Aquesta Diosa entre los dos Atridas
La division sembró: Incautos ambos
Y olvidando las leyes, convocaron
Al declinar el sol una asamblea.
Afanosos los griegos acudieron
El objeto á escuchar de aquella junta.
Pretende Menelao que sin tregua
Las naves vuelvan á surcar las olas;
Agamenon lo veda, pretendiendo
Las falanges guardar, con hecatumbas
De Minerva aplacando los enojos;
¡Demente que ignoraba en su ceguera
Que calmar á los Dioses no podria!
Los Númenes no ceden fácilmente