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Ya al cabo de Malea había llegado
Cuando Jove sus iras le fulmina:
Rueda la mar y en montes se levanta.
La armada se dispersa; parte de ella
Arrojada se mira sobre Creta,
En la costa que habitan los Sidonios
Donde corre el Jordan. Un risco enorme
En las olas al ojo allí se oculta;
El Noto entonces sobre Fistos lanza
La mas tremenda y fiera de las olas
Que al estrellarse en los pedriscos muere.
De Menelao, á punto tal, las naos
El risco tocan y en aristas rotas
Al mar arrojan la perdida gente
Que á gran fatiga la existencia salva.
Por la mar y los vientos impelidas,
De aquestas naves cinco a Egipto llegan,
Y de esta suerte en estrangera playa
Con sus tesoros Menelao se encuentra.
Tranquilo en tanto Egisto en su atroz trama
Del Atrida al hermano asesinaba
Y, estúpido, su pueblo obedecia.
Micenas opnlenta, por siete años
Tan vil yugo sufrió; mas al octavo
Desde el seno del África llegaron
Orestes y la muerte. Yerto cae
El pérfido asesino. Ya vengado
Agamenon está, y Orestes fiero,
Del padre satisfechos ya los manes,
A los Argivos, funeraria fiesta,
Sobre las tumbas de la rea madre
Y del infame matador, presenta.
En tal dia llegara Menelao
De tesoros sin fin llenas las naos.
Mas tú, hijo mio, ya no mas ausente
Estás del patrio hogar; ya no mas dejes
Tu fortuna y tu alcázar como presa