Página:La Odisea (Antonio de Gironella).pdf/76

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida

70

De esos amantes fieros. ¡Ah recela
Que anonadan los restos de tu herencia
Y que tu vuelta harto tardía sea!
Antes, empero, te insto y te aconsejo
Que á Menelao inquieras. No ha gran tiempo
Que tornó de esas fúnebres comarcas,
Donde el mezquino que las tempestades
A sus riscos arrojan, ve perdida
De volver a su techo la esperanza.
No puede ave ligera, en solo un año,
Verlas y regresar á nuestras playas.
Parte en tu nao, ó si, por la ancha tierra
Mejor la via estimas, sin tardanza
Un carro mio toma y mis corceles;
Vete á Lacedemonia con mis hijos.
A Menelao allí suplicar puedes
Que lo que tanto anhelas te revele.
Es mortal sabio y justo, y no pudiera
Burlar tus esperanzas con dobleces. »
Dice, y ya el sol dentro del mar se esconde:
Rueda el mundo entre túmidos vapores.
Entonces Palas dice: « Generoso,
Sabio anciano; razon dicta tus voces.
Al punto, de las víctimas las lenguas
Cortadas sean, y á Neptuno fiero,
Lo mismo que á los otros inmortales,
Se ofrezcan sacrificios. Ha llegado
La hora del descanso. Ya las luces
El horizonte encubre; las Deidades
Con dílatadas fiestas no se honran.
A tan divina voz todo se humilla.
Los heraldos entonces á las gentes
El aguamanos traen; las esclavas
Vino en las copas vierten, y las lenguas
De las víctimas arden en las piras.
Todos se lavan y á los Dioses sacros
Ofrecen libaciones. Acabados