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Saber si existe y si acabó la vida?
¡Oh cuál le llorarán el buen Laërtes
Y Penélope casta y virtuosa,
Y Telémaco tierno que dejara
En la cuna, al partir á Troya rea! »
Telémaco al oïr estos acentos
Siente llenarse el pecho de congoja;
Al oïr que del padre el nombre suena,
Salta el llanto del ojo entumecido
Y de la rica túnica una falda
Lleva á tapar el rostro peregrino.
Menelao á tal seña le conoce;
Dudoso piensa si esperarle debe
A que del padre diga, ó si es mas justo
Preguntarle primero, y sin rebozo
Ostentarle el amor que inspira al pecho.
Mientras tales ideas le cautivan
Sale la triste Helena de su estancia
Y hermosa se adelanta como Diana.
Sn rica silla Adrasto le presenta;
Un precioso escabel Alcipo trae;
Filo un cesto de plata cuya orilla
Un cerco de oro cubre; fue presente
Que en la Tébas de Egipto recibiera
De la consorte de Polibo, Alcandra.
Polibo, al tiempo mismo a Menelao
En presente ofreció cubos de plata,
Dos trípodes y diez talentos de oro.
Dentro del cesto estaba hermosa rueca
En que morada lana se enroscaba,
Y distintos capullos delicados
Que ya la mano de la reina hilara.
Se sienta Helena, y la graciosa planta
Sobre el süave escabel descansar deja
Diciendo á Menelao: « Se ha sabido
Quiénes sean aquestos estrangeros
Que á nuestros muros de llegar acaban?