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Inmóvil aqui gimes y en las penas
Te paces con placer. En esta roca
Cautivo estás, sin que tu ingrata mente
De libertad sepa encontrar el medio,
Y sin aliento tus secuaces tristes
En inaccion funesta se consumen.»
— « ¡Oh! ser divino, respondí, que cierto
Eres una Deidad, no es mi albedrío
El que en aquestos sitios me cautiva.
Sin duda yo á los Dioses he ofendido
Sus terribles enojos mereciendo.
¡Oh dime tú, pues que á los inmortales
Nada ocultarse puede, dí, piadosa;
Cuál Númen me persigue en esta roca! »
— « Sí, responde, colmar tus votos quiero:
Un Dios que acata el vasto Egipto todo,
El vetusto Proteo, muchas veces
Aqui viene y del mar los centros sabe.
Ministro de Neptuno, de mis dias
La fama le hace autor; si á tus esfuerzos
Es dado sorprenderle, de sus labios
Saber podrás el rumbo favorable,
Los medios que á pesar del mar insano
Puedan llevarte á tus ansiados lares.
Tambien podrá, si complacerte anhela ,
Los males y los bienes revelarte
Que á tu familia alcancen en tu ausencia. »
— « ¡Oh! entonces esclamé; dí sin demora
Para sorpresa tal lo que hacer debo.
Mas sin duda sabiendo mis designios
Mi esfuerzo burlará. ¿Cómo pudiera
De un Númen un mortal hacerse dueño? »
— « Mi labio lo dirá, la Diosa añade;
Cuando está el sol de su carrera al centro
Sale el adusto viejo de las aguas
Y, de un brumal espeso circundado,
De Céfiro al soplar, busca descanso