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LA ODISEA

501 «¡Oh Circe! ¿Quién nos guiará en ese viaje, ya que ningún hombre ha llegado jamás al Orco en negro navío?»

503 »Así le hablé. Respondióme en el acto la divina entre las diosas: «¡Laertíada, de jovial linaje! ¡Ulises, fecundo en recursos! No te preocupe el deseo de tener quien guíe el negro bajel: iza el mástil, descoge las blancas velas y quédate sentado, que el soplo del Bóreas conducirá la nave. Y cuando hayas atravesado el Océano y llegues adonde hay una playa estrecha y bosques consagrados á Proserpina y elevados álamos y estériles sauces, detén la nave en el Océano, de profundos remolinos, y encamínate á la tenebrosa morada de Plutón. Allí el Piriflegetón y el Cocito, que es un arroyo del agua de la Estigia, llevan sus aguas al Aqueronte; y hay una roca en el lugar donde confluyen aquellos sonorosos ríos. Acercándote, pues, á este paraje, como te lo mando, oh héroe, abre un hoyo que tenga un codo por cada lado; haz alrededor del mismo una libación á todos los muertos, primeramente con aguamiel, luego con dulce vino y á la tercera vez con agua; y polvoréalo de blanca harina. Eleva después muchas súplicas á las inanes cabezas de los muertos y vota que, en llegando á Ítaca, les sacrificarás en el palacio una vaca no paridera, la mejor que haya, y llenarás la pira de cosas excelentes, en su obsequio; y también que á Tiresias le inmolarás aparte un carnero completamente negro que descuelle entre vuestros rebaños. Así que hayas invocado con tus preces al ínclito pueblo de los difuntos, sacrifica un carnero y una oveja negra, volviendo el rostro al Érebo, y apártate un poco hacia la corriente del río: allí acudirán muchas almas de los que murieron. Exhorta en seguida á los compañeros y mándales que desuellen las reses, tomándolas del suelo donde yacerán degolladas por el cruel bronce, y las quemen prestamente, haciendo votos al poderoso Plutón y á la veneranda Proserpina; y tú desenvaina la espada que llevas cabe al muslo, siéntate y no permitas que las inanes cabezas de los muertos se acerquen á la sangre hasta que hayas interrogado á Tiresias. Pronto comparecerá el adivino, príncipe de hombres, y te dirá el camino que has de seguir, cuál será su duración y cómo podrás volver á la patria, atravesando el mar en peces abundoso.»

541 »Tal dijo, y al momento llegó la Aurora, de áureo trono. Circe me vistió un manto y una túnica; y se puso amplia vestidura blanca, fina y hermosa, ciñó el talle con lindo cinturón de oro y veló su cabeza. Yo anduve por la casa y amonesté á los compañeros,