Página:La Odisea (Luis Segalá y Estalella).pdf/185

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
185
CANTO DÉCIMOTERCIO

420 Contestóle Minerva, la deidad de los brillantes ojos: «Muy poco has de inquietarte por él. Yo misma le llevé para que, con ir allá, adquiriese ilustre fama; y no sufre trabajo alguno, sino que se está muy tranquilo en el palacio del Atrida, teniéndolo todo en gran abundancia. Cierto que los jóvenes le acechan, embarcados en negro bajel, y quieren matarle cuando vuelva al patrio suelo; pero me parece que no sucederá así y que antes la tierra tendrá en su seno á alguno de los pretendientes que devoran lo tuyo.»

429 Dicho esto, tocóle Minerva con una varita. La diosa le arrugó el hermoso cutis en los ágiles miembros, le rayó de la cabeza los blondos cabellos, púsole la piel de todo el cuerpo de tal forma que parecía la de un anciano, hízole sarnosos los ojos, antes tan bellos; vistióle unos harapos y una túnica, que estaban rotos, sucios y manchados feamente por el humo; le echó encima el cuero grande, sin pelambre ya, de una veloz cierva; y le entregó un palo y un astroso zurrón lleno de agujeros, con su correa retorcida.

439 Después de deliberar así, se separaron, yéndose Minerva á la divinal Lacedemonia donde se hallaba el hijo de Ulises.