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CANTO DÉCIMOSEXTO

titud de hombres, y estaba cargada de escudos y de lanzas de doble filo. Creí que serían aquéllos, mas no puedo asegurarlo.»

476 Así se expresó. Sonrióse el esforzado y divinal Telémaco y volvió los ojos á su padre, recatándose de que lo viera el porquerizo.

478 Terminada la faena y dispuesto el banquete, comieron, y á nadie le faltó su respectiva porción. Y ya satisfecho el deseo de comer y de beber, pensaron en acostarse y el don del sueño recibieron.