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CANTO DÉCIMOCTAVO

que Telémaco les hablase con tanta audacia. Y Anfínomo, el preclaro hijo del rey Niso Aretíada, les arengó de esta manera:

414 «¡Amigos! Nadie se irrite, oponiendo contrarias razones al dicho justo de Telémaco; y no maltratéis al huésped, ni á ninguno de los esclavos que moran en la casa del divinal Ulises. Mas, ea, comience el escanciador á repartir las copas para que, en haciendo la libación, nos vayamos á recoger en nuestras casas; y dejaremos que el huésped se quede en el palacio de Ulises, al cuidado de Telémaco, ya que á la morada de éste enderezó el camino.»

422 Así habló; y su discurso les plugo á todos. El héroe Mulio, heraldo duliquiense y criado de Anfínomo, mezcló la bebida en una cratera, y sirvióla á cuantos se hallaban presentes, llevándosela por su orden; y ellos, después de ofrecer la libación á los bienaventurados dioses, bebieron el dulce vino. Mas después que hubieron libado y bebido cuanto desearan, cada uno se fué á acostar á su respectiva casa.