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LA ODISEA

465 De tal suerte habló; y, atando á excelsa columna la soga de una nave de azulada proa, cercó con ella la rotonda, tendiéndola en lo alto para que ninguna de las esclavas llegase con sus pies al suelo. Así como los tordos de anchas alas ó las palomas que, al entrar en un seto, dan con una red colocada ante un matorral, encuentran en ella odioso lecho; así las esclavas tenían las cabezas en línea y sendos lazos alrededor de sus cuellos, para que muriesen del modo más deplorable. Tan solamente agitaron los pies por un breve espacio de tiempo, que no fué en verdad de larga duración.

474 Después sacaron á Melantio al vestíbulo y al patio; le cortaron con el cruel bronce las narices y las orejas; le arrancaron las partes verendas, para que los perros las despedazaran crudas; y amputáronle las manos y los pies, con ánimo irritado.

478 Tras de esto, laváronse las manos y los pies, y volvieron á penetrar en la casa de Ulises; pues la obra estaba consumada. Entonces dijo el héroe á su ama Euriclea:

481 «¡Anciana! Trae azufre, medicina contra lo malo, y trae también fuego, para azufrar la casa. Y mandarás á Penélope que venga acá con sus criadas, y que se presenten asimismo todas las esclavas del palacio.»

485 Respondióle su ama Euriclea: «Sí, hijo mío, es muy oportuno lo que acabas de decir. Mas, ea, voy á traerte un manto y una túnica para que te vistas y no permanezcas en tu palacio con los anchos hombros cubiertos de harapos; que esto fuera reprensible.»

491 Contestóle el ingenioso Ulises: «Ante todo enciéndase fuego en esta sala.»

492 Tal dijo; y no le desobedeció su ama Euriclea, pues le trajo fuego y azufre. Acto seguido azufró Ulises la sala, las demás habitaciones y el patio.

495 La vieja se fué por la hermosa mansión de Ulises á llamar á las mujeres y mandarles que se presentaran. Pronto salieron del palacio con hachas encendidas, rodearon á Ulises y le saludaron y abrazaron, besándole la cabeza, los hombros y las manos que le tomaban con las suyas; y un dulce deseo de llorar y de suspirar se apoderó del héroe, pues en su alma las reconoció á todas.