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CANTO CUARTO

bieras haber ofrecido, antes de embarcarte, hermosos sacrificios á Júpiter y á los demás dioses para llegar sin dilación á tu patria, navegando por el vinoso ponto. El hado ha dispuesto que no veas á tus amigos, ni vuelvas á tu casa bien construída y á la patria tierra, hasta que tornes á las aguas del Egipto, río que las lluvias celestiales alimentan, y sacrifiques sacras hecatombes á los inmortales dioses que poseen el anchuroso cielo: entonces te permitirán las deidades hacer el camino que apeteces.»

481 »De esta suerte habló: Se me partía el corazón al considerar que me ordenaba volver á Egipto por el obscuro ponto, viaje largo y difícil. Mas, con todo eso, le contesté diciendo:

485 «Haré, oh anciano, lo que me mandas. Pero, ea, dime sinceramente, si volvieron salvos en sus galeras los aquivos á quienes Néstor y yo dejamos al partir de Troya, ó si alguno pereció de cruel muerte en su nave ó en brazos de los amigos, después que se acabó la guerra.»

491 »Así le hablé; y me respondió acto seguido: «¡Atrida! ¿Por qué me preguntas tales cosas? No te cumple á ti conocerlas, ni explorar mi pensamiento; y me figuro que no estarás mucho rato sin llorar tan luego como las sepas todas. Muchos de aquellos sucumbieron y muchos se salvaron. Sólo dos capitanes de los aquivos, de broncíneas lorigas, han perecido en la vuelta; pues en cuanto á las batallas, tú mismo las presenciaste. Uno, vivo aún, se encuentra detenido en el anchuroso ponto. Ayax sucumbió con sus naves de largos remos: primeramente acercóle Neptuno á las grandes rocas llamadas Giras, sacándole incólume del mar; y se librara de la muerte, aunque aborrecido de Minerva, si no hubiese soltado una expresión soberbia que le ocasionó gran daño: dijo que, aun á despecho de los dioses, escaparía del gran abismo del mar. Neptuno oyó sus jactanciosas palabras, y, al instante, agarrando con las robustas manos el tridente, golpeó la roca Girea y partióla en dos: uno de los pedazos quedó allí, y el otro, en el cual hubo de sentarse Ayax anteriormente para recibir gran daño, cayó en el piélago y llevóse el héroe al inmenso y undoso ponto. Y allí murió, después que bebiera la salobre agua del mar. Tu hermano huyó los hados en las cóncavas naves, pues le salvó la veneranda Juno. Mas, cuando iba á llegar al excelso monte de Malea, arrebatóle una tempestad, que le llevó por el ponto abundante en peces, mientras daba grandes gemidos, á una extremidad del campo donde antiguamente tuvo Tiestes la casa que habitaba entonces Egisto