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CAPÍTULO XXIV.

50 Entónces se dejó ver un senador llamado Joseph, varon virtuoso y justo, oriundo de Arimathea, ciudad de la Judea,

51 el cual no habia consentido en el designio de los otros, ni en lo que habian ejecutado, antes bien era de aquellos que esperaban tambien el reino de Dios.

52 Este pues se presentó á Pilato, y le pidió el cuerpo de Jesus;

53 y habiéndole descolgado de la cruz, le envolvió en una sábana, y le colocó en un sepulcro abierto en peña viva, en donde ninguno hasta entónces habia sido sepultado.

54 Era aquel el dia que llamaban parasceve ó preparacion, é iba ya á entrar el sábado.

55 Las mugeres que habian seguido á Jesus desde Galilea, yendo en pos de Joseph, observaron el sepulcro, y la manera con que habia sido depositado el cuerpo de Jesus.

56 Y al volverse, hicieron prevencion de aromas, y bálsamos: bien que durante el sábado se mantuvieron quietas segun el mandamiento de la Ley.


CAPÍTULO XXIV.
Jesus resucita. Van al sepulcro las santas mugeres. Incredulidad de los apóstoles. Discípulos que van á Emmaús. Aparécese á los apóstoles, les promete el Espíritu santo, y sube á los cielos. (Matth. 16, 17, 28. Marc. 8, 9, 16. Joann. 14, 20.)

1 Mas el primer dia de la semana muy de mañana