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CAPÍTULO XXIV.

6 el cual ademas intentó profanar el Templo, y por esto habiéndole preso, quisimos juzgarle segun nuestra Ley.

7 Pero sobreviniendo el tribuno Lysias, le arrancó a viva fuerza de nuestras manos,

8 mandando que los acusadores recurriesen á tí: tú mismo, examinándole como juez, podrás reconocer la verdad de todas estas cosas de que le acusamos.

9 Los judíos confirmaron por su parte lo dicho, atestiguando ser todo verdad.

10 Pablo, empero, (habiéndole hecho señal el gobernador para que hablase) lo hizo en estos términos: Sabiendo yo que ya hace muchos años que tú gobiernas esta nacion, emprendo con mucha confianza el justificarme.

11 Bien fácilmente puedes certificarte, de que no há mas de doce dias que llegué á Jerusalem, á fin de adorar á Dios;

12 y nunca me han visto disputar con nadie en el Templo, ni amotinando la gente en las synagogas,

13 ó en la ciudad; ni pueden alegarte prueba de cuantas cosas me acusan ahora.

14 Es verdad, y lo confieso delante de tí, que siguiendo una doctrina, que ellos tratan de. heregía, yo sirvo al Padre y Dios mio, creyendo todas las cosas, que se hallan escritas en la Ley y en los Profetas;

15 teniendo firme esperanza en Dios, como ellos tambien la tienen, que ha de verificarse la resurreccion de los justos, y de los pecadores.

 Tom. XIV.
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