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EPIST. I. DE S. PABLO A LOS CORINTHIOS.

50 Digo esto, hermanos mios, porque la carne y sangre ó los hombres carnales no pueden poseer el reino de Dios; ni la corrupcion poseerá esta herencia incorruptible.

51 Ved aquí, hermanos, un misterio que voy á declararos: Todos a la verdad resucitarémos, mas no todos seremos mudados en hombres celestiales [1].

52 En un momento, en un abrir y cerrar de ojos, al son de la última trompeta [2]; porque sonará la trompeta, y los muertos resucitarán en un estado incorruptible; y entónces nosotros [3] seremos inmutados.

53 Porque es necesario que este cuerpo corruptible sea revestido de incorruptibilidad; y que este cuerpo mortal sea revestido de inmortalidad.

54 Mas cuando este cuerpo mortal haya sido revestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra escrita [4]: La muerte ha sido absorbida por una victoria.

55 ¿Dónde está ¡oh muerte! tu victoria? ¿dó está ¡oh muerte! tu aguijon [5]?


  1. Porque los réprobos tomarán otra vez su cuerpo corruptible para vivir con él en el fuego eterno: un cuerpo que sin consumirse, sentirá eternamente los efectos de la corrupcion, que son la pesadez, la fealdad, la inmundicia, la fetidez, y sobre todo, el dolor.
  2. Alude á la costumbre antigua de convocar al pueblo al son de trompeta; y tambien á los jueces para pronunciar las sentencias.
  3. Que confiamos ser del número de los escogidos.
  4. Is. XXV. v.8.
  5. Os. XIII. v.14.—Hebr. II. v.14.