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CAPÍTULO XXI.
Fin dichoso y bienaventurado estado de los justos despues del juicio, y desastrosa suerte de las pecadores. Descripcion de la ciudad celestial de Jerusalem, mística esposa del divino Cordero.

1 Y vi un cielo nuevo y tierra nueva [1]. Porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y ya no habia mar.

2 Ahora pues yo Juan vi la ciudad santa, la nueva Jerusalem, descender del cielo por la mano de Dios, compuesta, como una novia engalanada, para su esposo [2].

3 Y oi una voz grande que venia del trono, y decia: Ved aquí el tabernáculo de Dios entre los hombres, y el Señor morará con ellos. Y ellos serán su pueblo, y el mismo Dios, habitando en medio de ellos, será su Dios;

4 y Dios enjugará de sus ojos todas las lágrimas: ni habrá ya muerte, ni llanto, ni alarido, ni habrá mas dolor, porque las cosas de antes son pasadas [3].


  1. Esto es, renovado todo el mundo y hecho ya incorruptible. En este y en el siguiente capítulo se describe, segun opina san Agustín, la Iglesia triunfante del cielo, despues de la destruccion del Antechristo y de sus demas enemigos; y hecha ya la resurreccion general. Véase Is. LXV. v.17.—LXVI. v.22.—II. Pet. III. v.13.
  2. Esto es, brillante y hermosa.
  3. O se acabó ya el primer estado que tenian ellas, despues del pecado de nuestros primeros padres.