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III.


EL RETRATO.

—«Hace algun tiempo, vivió aquí un estudiante de Medicina, el cual dejó olvidada una bolsa de huesos.»

—«Es verdad, y Alberto me los pidió para usted, con lo cual nos prestó un gran servicio, porque no sabíamos qué hacer con ellos.»

—«¿Y el estudiante?»

—«No he vuelto á saber de él.»

—«Bien, señor. Tenga ahora la bondad de prepararse á escucharme con paciencia, y no tome á mal que le ruegue no me interrumpa, precisamente para que usted vislumbre, en presencia del conjunto, lo que yo no me atrevo á formular todavía.»

Le referí entónces lo que el lector ya sabe. Cuando hube terminado, me miró con asombro y dijo:

—«Pero yo no vislumbro sinó que usted sospecha algo así como un crímen misterioso!.»

—«Ahí está precisamente el error que yo temia.