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LA GUERRA DE JUGURTA.

riesgo se compraba á pocos lo que era de muchos, y que si proseguia obrando bien, como hasta entonces, la gloria y el reino de suyo se le vendrian á las manos; pero que si se apresuraba demasiado, sus mismas riquezas le precipitarian.»

Habiéndole hablado de esta suerte, le despidió con una carta suya para Micipsa, cuyo contenido era este: «Tu Jugurta en la guerra de Numancia se ha portado con un valor incomparable, cuya noticia no dudo que te será muy grata. Yo le estimo por su merecimiento, y haré cuanto pueda porque le estime tambien el Senado y Pueblo romano. Doyte el para bien de ello por la amistad que te profeso. Tienes por cierto en él un varon digno de ti y de su abuelo Masinisa.» El Rey, pues, viendo confirmado por la carta de Scipion cuanto por noticias habia entendido de Jugurta; conmovido en su interior, ya por el mérito, ya especialmente por la gallardía del jóven, dobló al fin su ánimo, y tentó si le venceria á fuerza de beneficios; y asi le adoptó desde luego, y le declaró heredero en su testamento, igualmente que á sus hijos. De allí á pocos años Micipsa, agobiado de la vejez y achaques, reconociendo que se