Página:La ilustración española y americana 1870.pdf/18

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rece á vosotras), en el Océano como en cristalino espejo, creedme, se encuentra hecha un cielo.

Digo, pues, que voy á explicar qué son el sonido, la luz, el calor, etc., y para ello cumplo mi palabra: tomo un espejo. Imaginad un estanque, no el del Retiro, que es sobradamente prosaico, sino un estanque azul, ó, dicho con más poesía, un lago puro, trasparente, tranquilo; imaginad que está rodeado de verdes praderas, que forman como un bellísimo marco de esmeralda. (En rigor, para mi demostración no necesito ni la pradera ni el marco; pero asi resultará más bonito). Imaginad en la orilla de ese estanque un rosal, y suponed que una de las rosas, doblando su tallo y alraida por la frescura del.agua, viene á sumergirse en ella. La cosa no es difícil hasta ahora: un lago puro, trasparente, etc., etc.; un marco verde de esmeralda, de puro lujo, y la rosa que se sumerge en el agua. Imaginad que 'arrojáis una piedrecilla al agua de ese lago. ¿Qué sucede? Sucede lo que ya sabéis y habréis visto mil y mil veces: que alrededor del punto donde arrojasteis la piedrecilla habrá agitación, habrá movimiento, nacerá una ola, un círculo de plata, una onda acuosa, que se irá engrandeciendo, ensanchando y dilatando, y que al fin vendrá á conmover dulcemente la rosa que se sumerge en la linfa del lago. ¿Habéis comprendido esto? No es muy difícil. Pues si habéis comprendido esto, habéis comprendido lo que es el sonido, la luz, el calor, y tantas otras teorías de las más difíciles de la física: hé aquí una ciencia pronto aprendida.

Y no es esto una vana imágen: si tuviera tiempo; si me atreviera, que no me atrevo, á molestar vuestra atención, os demostraría que todos los fenómenos de la física, ó muchos de ellos, vienen á reducirse á esle fenómeno elemental, sencillísimo, primitivo. Imaginad, en efecto, que pulsais la cuerda de un arpa: alrededor nacerá y crecerá una onda de aire, una esfera vibrante; la vibración de la cuerda se esparcirá por el espacio; y asi como por el choque de la piedrecilla que se arroja en el lago las aguas se conmueven, y poco á poco se va extendiendo y engrandeciendo el círculo del movimiento, ó sea la vibración acuosa, asi alrededor de la cuerda del arpa se extenderán las esferas de la vibración aérea; esferas que, llevando en suspenso, como misterioso ser alado, las vibraciones Ynusicales, trasmitirán el sonido á todos los puntos del espacio hasta llegará vosotras; y vosotras os conmoveréis dulcemente a) contacto del sonido melodioso, como la rosa del lago se conmovió al llegar á ella el bello círculo de piala que por el lago se extendía, porque bien habréis comprendido que vosotras sois, y no podíais menos de ser, la rosa de mi ejemplo.

¿Qué es, pues, el sonido? No es mas que la vibración, que se extiende, que crece, que loma forma geométrica, que es esfera de vibración, y de esta suerte viene á conmover nuestro ser. Si yo pudiera, si yo tuviera tiempo, os liaría comprender la diferencia que existe entre unos y otros sonidos, porque hay sonidos altos, y sonidos bajos, que es lo que se llama intensidad del sonido, cual es el misterio físico, geométrico, mecánico de la melodía. Os podría explicar aun en términos claros, sencillos, evidentes, geométricos, qué>s lo que se llama armonía; os baria ver que, asi como arrojando diversas piedrecillas en el estanque se forman alrededor de ellas muchas olas, muchos círculos, que se cortan , y se tocan, y se unen, y se separan, y forman multitud de figuras geométricas de contornos extraños, de caprichosas labores, de rosas fantásticas en la superlicie antes serena del lago, asi alrededor del ¡nslrumento musical se forman, se cruzan, se corlan, se dividen, se confunden esferas sonoras, que, por decirlo asi, pintan, dibujan, trazan en el espacio aquella misma música que viene á regalar nuestros oidos con sus divinos y maravillosos acordes, con su prodigiosa y sublime armonía.

Hay, pues, una relación inmediata, profunda, entre los movimientos combinados y la armonía, entre el movimiento y el sonido. Y esto que digo del sonido, lo pudiera decir de la luz. Mas para explicaros qué es la luz, necesito hablaros dos palabras de lo que es el éter. Existe en la naturaleza una cosa que se llama éter, pero no creáis que es ese líquido á que acudís cuando estais atacadas de los nervios; es otra cosa. Es un fluido elástico, eminentemente sutil, un vapor que nadie ha visto, que nadie ha locado; un aire, una especie de gas semi-espiritual; y sin embargo (creedme bajo mi palabra, que soy incapaz de engañar á nadie) este éter existe, ocupa el espacio infinito, extendiéndose pnr do quiera, penetrando por todas partes. Pues bien, ese fluido semiespiritual, ese vapor, ese aire, al vibrar, da origen á la luz. La vibración del éter es la luz, como la del aire es el sonido, como la del agua del lago la ola, el círculo, la forma geométrica que en el lago se dibujaba.

¿Quién pone en movimiento el éter? El cuerpi que arde; la bujía que usáis, el mechero de gas que veis en la calle, el rayo de luna en las noches tranquilas... en que hay luna, el sol que brilla en el espacio; y asi, la bujía, el mechero de gas, la luna, el sol, son cuerpos vibrantes, son las cuerdas del arpa, son la piedrecilla que arrojamos en el estanque. Allí nace la vibración, la agitación, el movimiento, y alrededor de cada uno de esos centros luminosos se extiende la esfera de vibración del éter; y asi como alrededor de las cuerdas del arpa se manifiestan y se extienden las esferas de las vibraciones sonoras, asi las esferas que crecen alrededor del sol, y que á su alrededor se extienden, y se extienden en los ámbitos del espacio, llegan á nuestro planeta, iluminan las montañas, iluminan los valles, y van llegando á todas partes, y llegan á vosotras, y ¡mirad qué atrevidas! penetran al través del limpio cristal de vuestros ojos y despiertan en el fondo de vuestra retina la impresión luminosa.

Ya veis qué perfecta armonía, qué estrecha relación existe entre lodos estos fenómenos y otros muchos de que os pudiera hablar: relación perfecta, admirable, matemática; porque asi como antes os hablaba de notas musicales, de melodía y de armonía en el sonido musical, pudiera hablaros de las notas, de la melodía y de la armonía de la luz. Lo que son notas en la música ¿qué es en la luz? Son los colores, el azul, el verde, el amarillo, el anaranjado, todos los colores del iris, verdaderas notas musicales de esa sublime gama del espacio. Todos ellos son con relación á la luz, lo que las notas de la escala musical con relación al sonido. También hay armonía en el cielo, orquestas sublimes y sublimes sinfonías.

¿Habéis visto alguna puesta de sol; aquel mar de fuego, aquellos esplendores indescriptibles, aquellos cortinajes de grana, aquellos flecos magníficos de oro, aquellos rayos de plata, toda aquella sorprendente combinación de colores. ¿Sabeis qué es eso? No es otra cosa que una orquesta en el cielo, que una sinfonía en el espacio, que una magnífica inspiración del Mozart de los cielos, con que despide al sol que se pone, ó con que saluda en la alborada al sol que nace.

¿Qué es el calor? No tengo tiempo para explicarlo; pero os diré que es la misma vibración, el mismo movimiento de las moléculas que constituyen la materia; porque en la naturaleza, en lo que es materia (no me refiero para nada á las altas cualidades del alma, á la excelencia del espíritu; no me atrevo á llegar á esa región; solo me ocupo de los fenómenos materiales);.porque en la naturaleza, repito, la mayor parte ó casi todos los fenómenos se reducen á movimientos, á vibraciones; pero acompasados , regulares, y sujetos á ley, número, peso y medida. Todo vibra en la naturaleza, todo se agita, y podría deciros para valerme de comparaciones familiares, pero en confianza, sin que lo oigan los que á este lado se sientan, y sin que tampoco os sirva de estímulo, que la naturaleza no es otra cosa que un inmenso ataque de nervios.

Ya veis, pues, que la ciencia no es tan áspera, tan repulsiva, tan seca, tan prosáica, como se imaginan algunos, no; la ciencia es reservada, es severa, es pudorosa, es virginal; la ciencia no la halla el que la busca á la ligera; tiene espinas, como la rosa, para quien quiera cogerla al paso; la ciencia es solo para aquel que por ella se sacrifica, y se quema la frente con el pensamiento, y se abrasa los ojos sobre el libro , y se purifica el corazón y la rinde perpétuo culto, y pasa horas y horas, y dias y días entregado á esa oración sublime que se llama estudio; porque el estudio profundo, intenso, puro, es como una oración al Dios de lo creado : la ciencia es buena, es tierna, es amorosa, solo que no se entrega á la ligera al primer amor que la solicita; ¡ejemplo digno de imitación, Señoras!

Y voy a concluir indicando una idea que varias veces ha presentado ya. La ciencia, cuando sanamente se la estudia, cuando puramente se la considera, es eminentemente religiosa. Todos esos soles esparcidos por el espacio, y todos esos magníficos globos de fuego, son como liras gigantescas que con vibraciones de fuego y de luz cantan la gloria de su Dios. Y al rededor de cada uno de esos magníficos astro--, como al rededor de la piedrecilla arrojada en el estanque del rosal, nacen ondas de luz, esferas sublimes, que vibrantes llevan la armonía por los espacios, que los inundan de celestiales conciertos, y que cantando siempre la gloria de su Hacedor, se pierden inmensas en las profundidades infinitas del cielo.

José Echegaray.


EMBARQUE DE LOS VOLUNTARIOS

CATALANES.

No hace mucho que el vapor Santander aguardaba en la bahía de Barcelona al segundo batallón de los voluntarios catalanes que se disponían á partir á Cuba para contribuir con su esfuerzo á pacificar aquella hermosa isla, rico joyel de la corona de España.

El grabado que publicamos en este número reproduce el bellísimo golpe de vista que ofrecia el Puerto Nuevo en el momento del embarque.

Los voluntarios con sus vistosas barretinas, con la alegría en el rostro, si bien con la tristeza en el corazón, abandonaban á sus familias y corrían á embarcarse para servir una vez más á la madre patria.

Por la mañana habían formado en la plaza de la Ciudadela y el director general de infantería, general Córdoba y la Diputación provincial acudieron á pasarles revista.

Perfectamente equipados ya, recibieron en aquel momento el segundo premio de su enganche, y al terminar el acto victorearon los soldados al general Córdoba y á España.

Las autoridades se trasladaron á bordo del vapor y comenzó el embarque.

Numerosas lanchas conducían á los valientes catalanes, y no eran pocos los que llevaban á sus parientes y á sus amigos.

Desde las doce hasta las cinco duró la operación.

Los buques anclados cerca del vapor estaban llenos de curiosos y de curiosas, que también las señoras engalanaban la tiesta con su presencia; los muelles, los balcones de los edificios, la playa, en una palabra, lodos los parajes próximos al puerto ofrecían un cuadro animado.

El lápiz de Padró dará una idea á los lectores de aquella animación, de aquella exhuberancia de vida. Nada en efecto más bello que aquel cuadro en el que se reúnen el mar y el cielo, multitud de embarcaciones, fijas las más, moviéndose las otras cruzándose, entrelazándose, rodeando al magnífico vapor que va á surcar las olas para llevar con los hombres de guerra elementos de paz á nuestra rica Antilla.

Unid á esto el vistoso uniforme de los tercios, la variedad de trages y adornos de las damas, la confusión de clases, y resultará la composición tan interesante como encantadora.

Pero en este cuadro hay algo que no se ve á primera vista. Fijad un poco vuestra atención en los semblantes de los principales actores de la escena, allí veréis á la madre anciana despidiéndose del hijo, al hermano del hermano, á los hijos del padre, á la esposa del esposo; allí veréis un fondo de tristeza respetable. No es que las familias allí representadas no comprendan los altos deberes que van á cumplir aquellos de sus miembros que se separan de ellas, no es que les pese que vayan á sacrificar su vida por la patria, es que la separación, es que la ausencia es triste; es que los que acogieron con entusiasmo la idea de alistarse, comprenden entonces que les cuesta trabajo separarse de los seres queridos de su corazón, es que todos esperan con una mezcla de ansiedad y temor el cañonazo de leva.

El sol se ha puesto ya, los últimos destellos reflejándose en las nubes y en las ondulantes olas forman un breve crepúsculo, que desaparece al mismo tiempo que resuena el cañonazo.

El vapor leva el ancla, los soldados aglomerados en las galerías se despiden, desde las lanchas, desde los buques, desde los balcones, desde el muelle responden millares de personas á este adiós.

Unos y otros agitan las manos y los pañuelos.

El Santander se pone en marcha, se aleja, aumenta por grados la velocidad de su movimiento, los grupos se deshacen , la gente se aleja poco á poco, las tinieblas oscurecen el cuadro lleno de luz, lleno de vida algunos momentos antes, el silencio domina.

¡Cuántas oraciones elevadas á Dios por los que se hallan á merced de las olas!

Bendito mil veces el talento del hombre: descubriendo el telégrafo, arrancando á la naturaleza la electricidad ha podido disminuir la tortura de los que de otro modo hubieran permanecido mucho tiempo sin saber nada de los viajeros, y traer á los padres, á los esposos, á los hermanos y á los amigos la noticia de que el Santander llegó á la Habana con toda felicidad, y de que los tercios catalanes fueron saludados con entusiasmo por sus hermanos de Ultramar.