Túmulo del General Dulce
»S VOLUNTARIOS CATALANES,
CACION DE GRANOLLERS, EN BARCELONA.
tades de la razón, haciendo que,
etrar en ciertos senos del mundo
sentimiento y descubra regiones
científicas, con sólo recibir las im-
ado poema, la armoniosa ópera,
la, el edificio monumental.
haciendo amar, no la sangrienta
si honda huella de lágrimas, sino la benéfica influencia de genios privilegiados que, tal vez desconocidos entre los esplendores de la tierra, ó sumidos en el abismo del infortunio, publican y ensalzan en sus creaciones la nobleza de la verdad, el reposo de la virtud, las armonías de la belleza.
El aparta a las almas delicadas de los placeres turbulentos del mundo y remontándolas á las esferas del entusiasmo, endulza para ellas las amarguras del olvido, la privación de la follona, las vigilias del trabajo.
El, por último, reviste de agradables firmas los usos sociales consiguiendo que en objetos, costumbres, recreos y pasatiempos solo transmitan los sentidos sensaciones suaves que atenúen las ásperas sensaciones que en la misma sociedad dimanan del choque de intereses diversos y caracteres encontrados.
Ahora bien, si tales son los principales rasgos distintivos del Arte, considerado en una acepción elevada, ¿no es su destino en el mundo misión verdaderamente civilizadora y de consuelo? Si lo es, porque amenizando nuestra peregrinación, cuyos caminos borda de flores, nos prepara en primer término al aprecio de la virtud por el orden y la belleza. En tal concepto, los artistas y los poetas que tienen clara noción de su deber y de sus aspiraciones, deben repetir lo que un cantor de la Italia contemporánea decía en uno de sus poemas:
...D'un sublime culto
Sacerdoti upi siam, quento con Pastel
Bella parole, de'calor de 'suoni
Tentiano ricondue sopra la testa
Una etade che sola in mal ragiune
Abenta al vulgo...
Insurrección de Dalmacia
Dado este excelente destino, concedido por Dios al Arte en sus diversas manifestaciones debe tener como cualidades peculiares las más adecuadas para encaminarlo á la realizacion de sus altos fines. De la severidad de principios toma la severidad de los medios que emplea para conseguir sus efectos preconcebidos, sin autorizarse nunca á sí mismo en esto de dirigirse á buen fin por malos caminos. Oblígale la universalidad, que es su norte, á revestirse de formas llanas y conocidas, con el objeto de adaptarse a la comprensión del mayor número posible de personas, extendiendo asi los límites del carácter que hoy se llama de género. Como ha de infiltrarse en el bogar de muchos, debe recibir de la economía pública los fecundos consejos que recomiendan una producción acomodada á las comunes fortunas. Y por último, habiendo de
