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LIBERTAD DE ENSEÑANZA.

Es una verdad para lodos reconocida y confesada que el alma humana es en la primera edad de la vida, muy semejante á un campo fértil y dispuesto a’ reproducir centuplicada la semilla que en él *e deposite: que según esta semilla sea, asi será también la naturaleza de los frutos, y que por consiguiente el futuro carácter y tendencias de la juventud cor responderán á la educación por ésta recibida. Los espartanos y antiguos hijos de Roma, criados de un modo austero y vigoroso, fueron austeros y vigorosos también; los atenienses, por el medio en que se desarrollaban, manifestaron carácter ingenioso, atrevido y artístico; los pueblos del Norte, rudo y sanguinario; y si repasáramos la historia entera, no veríamos una sola escepcion contra la influencia que la enseñanza ejerce asi en cada individuo, como en el conjunto de todos ellos; es decir, en la sociedad.

Conociendo los gobiernos la exactitud de estas observaciones, han procurado explotar la enseñanza en su beneficio, asociarla á sus tendencias políticas según sus miras particulares y hacer de ella una colaboradora lenta, pero segura de sus intereses, ya bastardos y egoístas, ya elevados, generosos y humanitarios. Asi, en ciertas épocas de triste recuerdo, el primer cuidado del gobernante ha sido procurar en lo posible convertir en letra muerta, oprimirla bajo el peso de la autoridad y distraer la actividad incansable del entendimiento con investigaciones superfinas y completamente inútiles, ron discusiones tan estériles como prolijas, y con un fárrago de erudición indigesta y embrutecedora , muy propio para formar pedantes; pero ineficaz de todo punto para dar alas seguras á la inteligencia, carácter práctico al saber, objeto verdadero y grande á los centros docentes.

En estas épocas en que la opresión política se reflejaba en la opresión intelectual, se ha pretendido contener, mejor dicho inmovilizar el progreso científico , no solo prohibiendo como un delito el ensayo y aplicación de todo nuevo método, de todo nuevo sistema, sino designando anticipadamente á cada profesor, bajo su mas estrecha responsabilidad, el testo y estension de su asignatura, lo que había de esponer y lo que debía callar, para que la inteligencia, contenida y estacionada, no pudiera levantar su vuelo ni difundir su luz más allá del non plus ultra impuesto tan injusta como arbitrariamente por la autoridad. En vano los profesores estudiosos y entendidos conocían que los testos designados por el Gobierna estaban llenos de doctrinas erróneas y victoriosamente rechazadas por la ciencia; en vano combatían tal ó cuál método como complicado y defectuoso, pues asi lo demostraban largos años de práctica en la instruccion«de la juventud; en vano estos mismos profesores, alejados en su inmensa mayoría de los negocios públicos y del estadio calorosa de la política, se habían esforzado por quedar neutrales en la obstinada lucha de los partidos, consagrándose solo al desempeño de sus obligaciones y cultivando la ciencia como sus verdaderos sacerdotes y apóstoles; en vano todo, repetimos, pues un Gobierno ciego y desalentado se erigía por si mismo en norma y pedagogo de la clase docente, la señalaba rumbo y doctrina, la en condenaba á viejas y rutinarias tradiciones y la arrastraba por fuerza al lodazal de la política, desconociendo en su obcecación que el pensamiento rechaza toda violencia, inexpugnable como lo es en su santuario interior, y que cada forzado es un enemigo seguro, un enemigo ansioso de sacudir sus prisiones para luchar con la fuerza acumulada de su indignación y su derecho.

Y como si tañías disposiciones coercitivas dictadas por una suspicacia opresora y humillante no bastáran para el descrédito y malestar del profesorado, se impuso á éste la tutela é inmediata vigilancia del clero, facultando á los prelados para suspender á los catedráticos de empleo y sueldo, mediante una simple delación ó una vaga sospecha. Esta intrusión de una clase en otra, éste atropello de los derechos legítimamente adquiridos, no satisfizo del todo á la influencia reaccionaría que amenazaba á la España del siglo XIX con un renacimiento de ignorancia fanática y absolutismo; era necesario deprimir aun más todavía la dignidad de un profesorado dignísimo del que ha entrado á desempeñar su ministerio no por la puerta del favor, sino por una oposición rigorosa, y así se hizo oficial en la Gaceta, negando que los fáciles ejercicios de una oposición afortunada diesen al profesor derecho para conservar su cátedra, si el Gobierno juzgaba conveniente la traslación, la escedencía y aun la destitución del puesto obtenido tras largos años de sacrificios y estudios y después de haber llenado todas las prescripciones lega’es dando manifiestas pruebas de aptitud y capacidad para su desempeño.

Imposible era de todo punto la consolidación y estabilidad de semejante situación. Opuesto como inexorable valladar á la corriente del progreso, ley eterna de la vida, contrario á las invencibles aspiraciones de la humanidad, su dominio definitivo en la enseñanza hubiera sido el triunfo consolidado del hecho sobre el derecho, de la tuerza sobre la razón, de la autoridad suspicaz y absoluta sobre las leyes mismas de la naturaleza. En larga serie de siglos y de escarmientos la historia muestra á todo tirano la ineficacia de la violencia; pero esa lección continua nada enseñaba á nuestros preocupados mandarines, y fue necesario el estallido de una revolución poderosa para que aterrados abriesen sus ojos, no con el pro pósito de la enmienda, sino con el de la fuga y de la venganza.

Tan convencidos estaban los ánimos de las reflexiones ya manifestadas, que uno de los primeros gritos de la revolución fue el que pedia amplia libertad de enseñanza, para que el pensamiento, hasta entonces espiado y comprimido, pudiera sin trabas elevar su vuelo, difundiendo á todas las clases sociales su benéfica influencia. Este fue general deseo, no sólo de profesores y alumnos, sino de padres de familia y de cuan tos se interesan por la vi la intelectual de nuestro país. A consecuencia de tal necesidad sentida y manifestada por la mayoría de la nación, quedaron abolidos el reglamento y circulares de instrucción pública, restableciéndose en su vigor otro de época anterior, con el carácter de interino, adicionado con varías disposiciones más ó ménos acertadas, pero dirigidas todas ellas por el deseo del bien y en consonancia por su espíritu con la necesidad de reforma ya manifestada. Abriéronse al mismo tiempo numerosas escuelas, y poco después Institutos y Universidades libres, costeados por los respectivos municipios y diputaciones provinciales, principiaron á funcionar diferentes asociaciones que daban y continúan dando á las clases menos acomodadas instrucción gratuita, fundáronse escuelas militares para la tropa y se reformaron ventajosamente las que ya existian, y proclamada en todas las esferas la libertad de enseñanza, quedó abierto campo espacioso donde poder desarrollar toda actividad y toda inteligencia.

Más aunque este movimiento honra mucho á la nación que lo verifica y demuestra grande vitalidad para recuperar á un mismo tiempo el alto nivel que la corresponde en la ciencia y el puesto brillante que en pasadas épocas ocupó en el mundo sabio, preciso es que no sea un movimiento desordenado sin rumbo ni objeto seguro, y sobre todo, sin medidas adecuados para su mejor dirección y cumplimiento de su destino. A los hombres puestos actualmente á la cabeza de la instrucción pública pertenece como obligación ineludible y sagrada el alentar todo movimiento intelectual, encauzándolo y dirigiéndolo á su fin por medio de un plan de estudios pensado con acierto, publícalo con brevedad y sostenido con energía.

Deben para ello tener en cuenta que por efecto del empirismo que ha presidido desgraciadamente siempre en España al organizar los estudios, carecen éstos de verdadera base filosófica y estable; que los diferentes gobiernos, muchos de ellos con la mayor buena fe, han sentido el mal, pero no lo han conocido bastante cuando en vez de aplicarle el propio y eficaz remedio, sólo se han limitado á disposiciones concretas y parciales sobre tal ó cual punió, á supresiones, adiciones ó variantes, dictadas con diverso fundamento y para distintos casos; por cuyos sucesivos decretos nuestra organización escolástica no es un cuerpo armonioso y bien dispuesto, sino un monstruo formado por una agrupación do miembros extraños é incoherentes, como el que con tanta oportunidad nos describe Horacio al comienzo de su epístola á los hermanos Pisones.

Conviene, pues, hoy más que nunca, ya que se trata de organizar sólidamente la instrucción pública, tener muy en cuenta los pasados errores para no volver á incurrir en ellos; que si los hechos nada nos enseñaran, debiéramos y con razón abolir Ir. historia. Cada falla en lo pasado puede servir como advertencia en lo presente; cada caída, para asegurar mas nuestros pasos y llegar asi con certeza y expedición al término de nuestro camino.

Conviene dar á nuestro organismo escolástico la unidad de que tanto necesita, considerando solamente lo que es y ha si do para determinar con acierto lo que debe ser, no para aceptar ni rechazar antiguas doctrinas por el hecho de su antigüedad; sino para ligar y reanudaren lo posible la ciencia antigua con la ciencia nueva. La sociedad, como cada cual de sus individuos, tiene dos crecimientos: uno propio y peculiar; otro que se verifica por transmisión, por herencia. No reneguemos de ninguno; ambos son buenos armónicamente combinados.

Conviene que cada facultad tenga su historia particular; pues la filosofía, la literatura, las ciencias todas tienen su fundamento y desarrollo; y si hemos de continuar éste, no podemos desentendemos de aquel, por ser base de construcción futura.

A la absoluta libertad del texto, del método y las explicaciones debe corresponder la amplitud y fijeza del programa y el rigor en los actos académicos. ¿Qué seria la libertad de enseñanza unida á la laxitud en los exámenes y grados, únicas pruebas con que puede calificarse el aprovechamiento de los examinandos? Seria la licencia para el alumno, la esclavitud para el profesor; el descrédito para todos.

Siendo innegable que el hombre necesita estimulo para su actividad y que el trabajo y adelantos intelectuales apenas son posibles sin la independencia material del que á ellos se consagra, debe asegurarse la subsistencia del profesor con arre glo á su categoría moral y social, proveyéndole no sólo de cuanto necesita para alternar en su clase, sino también p.va adelantar en sus conocimientos y elevar y mantener el nivej científico de España á la altura de las naciones más inteligen tes y civilizadas. De otra suerte y continuando la actual si tuación, el profesor sólo puede considerar la cátedra como uno desús recursos, dedicándose á buscar losque todavía lo faltan para el sostenimiento de su familia en ocupaciones agenas á su ministerio; cuando teniendo una dotación sufi ciente, sólo dedicaría su actividad y su tiempo á la asignatura cuya enseñanza le está encargada. Asi sncede^en Inglalerr.i, Francia, Bélgica y Alemania donde el profesorado, digna mente retribuido, designa la mayor altura del saber huuiHjii y contribuye en gran manera á la gloria y prosperidad de sus respectivos países.

Mientras no se tengan muy en cuenta estas justas consideraciones, ni el progreso científico tendrá vida propia en España, ni la libertad de enseñanza producirá los frutos que de ella se esperan.

NARCISO CAMPILLO.

ILUSTRACIONES ESTRANJERAS.

Los cuatro dibujos mas notables que han aparecido últimamente en las principales Ilustraciones de Europa, son los que ofrecemos á nuestros lectores en la plana siguiente.

Representa el primero una de las escenas más solemnes del Concilio Ecuménico. Reunidos en la capilla Sixtina todos los prelados, el Sumo Pontífice recibe en su presencia á los funcionarios subalternos del Concilio, es decir, á los taquígrafos, maestros de ceremonias, ugieres, etc., los acuden á prestar juramento de que guardarán secreto sobre todo cuanto oigan en las sesiones que han de seguirá la prosinodal.

Al lado de esc cuadro que representa une de los más interesantes episodios del catolicismo en nuestros dias, reproducimos, tomándolo de la Ilustración inglesa, un grabado que es, por decirlo así, el polo opuesto. Es una escena protestante. Reunidos en el árido y triste templo, los ministros del protestantismo asisten á la confirmación de un obispo en la iglesia de Cheapride. Más que un acto religioso, parece una escena parlamentaria la que representa el dibujo.

El tercer grabado es una vista del palacio del vi rey de Egipto en Ismailia durante la noche en que despidió á sus huéspedes con un brillante sarao, el cual puede muy bien considerarse como la realización de uno de esos sueños que en las Mil y una noches nos ofrece la fantasía oriental.

No es posible describir el grandioso espectáculo que en medio de la oscuridad de la noche ofrecía aquel soberbio edificio y los de sus inmediaciones, al reflejarse con su profusa y vistosa iluminación en las tranquilas aguas del canal. Pero este indescriptible cuadro, no era, por decirlo asi, mas que el fondo del no menos brillante que presentaban los suntuosos salones y encantadores jardines del palacio.

Por último, el cuarto grabado reproduce un episodio del viaje que aprovechando su estancia en Egipto, ha hecho recientemente á los Santos Lugares el emperador de Austria.

Al frente de una numerosa y brillante caravana y escoltado por uno de los escuadrones mas distinguidos del ejército musulmán, el emperador Francisco José ha recorrido los Santos Lugares , siendo en todas parles recibido con señaladas muestras de la mas profunda simpatía.

Al aproximarse á la ciudad santa, una comisión de judíos húngaros salió á recibirle y sirviéndole de guía le condujo á la puerta de Jaffa vistosamente adornada con un magnífico arco de triunfo, donde una parte del clero católico esperaba al ilustre huésped. De allí se dirigió la comitiva á la iglesia del Santo Sepulcro en medio de las aclamaciones de la población que en masa ocupaba la carrera.

La recepción hecha al monarca católico en Jerusalen tiene, por lo entusiasta, gran trascendencia política y religiosa.

—J.