Página:La ilustración española y americana 1870.pdf/48

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida

tería y una sección de lanceros. La guardia de la Ciudadela se había formado á la puerta para impedir la entrada á las personas que no eran de la comitiva; mas al poco rato de haber principiado esta á entrar, los espectadores se mezclaron con las personas invitadas y los soldados de la guardia apuntaron las bayonetas para impedir la entrada, faltando poco para que aquella cortísima confusión no causara alguna desgracia aun á los mismos convidados. Después de haber entrado todos, el señor ministro de Gracia y Justicia ocupó el sillón que se le había destinado en el pequeño tablado que se levantó delante del pórtico, en uno de cuyos arcos se había colocado la lápida conmemorativa. A su derecha se sentó el señor Gaminde y a su izquierda el señor Soler y Matas, ocupando otros asientos el general Baldrich, el gobernador de la provincia, el vice-presidente de la Diputación provincial y alguna otra autoridad. Desde el sitio indicado hasta cerca del centro de la plaza, se formó una especie de cordón de cazadores de á caballo, á fin de que el público no molestara á los convidados, pues el capitán general dispuso que el oficial de guardia permitiese, la entrada de la gente que aguardaba en los glacis.

Levantóse primero el señor alcalde y manifestó á los concurrentes, que el objeto de aquella ceremonia era ratificar la toma de posesión, por el municipio, de la Ciudadela de Barcelona, concedida al pueblo catalán por las Córtes Constituyentes, y que el señor ministro se serviria descorrer, por su mano, el pabellón nacional, que cubría la lápida, «que trasladará, dijo, á los siglos venideros la obra de la Junta revolucionaria y la de las Córtes Constituyentes.»

Descorrióse la cortina y el señor alcalde dió un viva á la soberanía nacional, otro al señor Ruiz Zorrilla y otro al gobierno, que fueron contestados por los espectadores.

El señor ministro dirigió en seguida la palabra á la concurrencia y terminó dando un viva á la libertad, otro á la soberanía nacional y otro al pueblo siempre liberal de Barcelona, que fueron contestados por el concurso. La música tocó el himno de Riego y la comitiva se puso otra vez en marcha hacia las Casas Consistoriales, pasando por la calle de Cádiz, antes de la Princesa.

Una vez llegados al Salón de Ciento, y ocupando los sitios señalados, el señor Rios y Taulet, en nombre del Ayuntamiento, dió las gracias al entonces ministro de Gracia y Justicia, autoridades, corporaciones y demás personas que le habían acompasado en el acto que acababa de tener lugar, cuya importancia encareció y se levantó la sesión.



LA ERMITA,

PALACIO DESTINADO Á MUSEO DE PINTURAS EN SAN PETERSBURGO.

Bajo el brillante reinado de Catalina II, en esa época en que las ciencias y las artes fueron cu Rusia objeto de la mas entusiasta protección por parte de su gobierno, fue edificado el palacio, cuyo dibujo ofrecemos á nuestros lectores.

El título que tiene, siendo modesto por demás, retrata lo soberbia de la emperatriz que la fundó y honra en estremo á su autor el arquitecto francés monsieur Vallin de La Mothe. Más que por sus bellas proporciones y el grandioso estilo de su arquitectura, este edificio merece ser visitado por la magnífica galería de pinturas que posee.

Este museo cuenta en el día unos 1,700 cuadros, siendo en su mayor parte obras maestras de los primeros artistas del mundo.

En otro tiempo, es decir, en la época de sus fundadores sirvió aquel mágico recinto para las espléndidas fiestas que ofrecía a sus favoritos y á su córte Catalina.

Dramas interesantes se desarrollaron entre aquellas paredes tapizadas de brocado y bajo aquellos artesones de oro.

Los novelistas rusos los han reproducido, y por esta razón ofrece el edificio que reproducimos doble interés, el del pasado y el del presente: ayer la vida: hoy el arte: ayer la orgía; hoy la contemplación de lo infinito.




LA ERMITA .—Museo de Pinturas en San Petersburgo.