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tanto se preguntan los curiosos: ¿quién es el homicida? ¿Qué papel desempeña en la familia imperial de Francia? ¿Qué edad tiene? ¿Cuál su carácter? ¿Cuál es su historia. Por nuestra parle vamos á contestar á estas preguntas hasta donde nos sea posible.

Pedro Bonaparte es hijo de Luciano, el hermano de Napoleón, que no renunció nunca á sus sentimientos republicanos, llegando hasta ú colocarse en frente del imperio del capitán del siglo.

Desterrado como toda su familia de Francia después del triunfo de los aliados de Napoleón, se retiró á Roma, y en esta ciudad nació Pedro Bonaparte en 1815; tiene, pues, 56 años.

Permaneció en los Estados Pontificios hasta la edad de 10 años, y se afilió a los que combatían al Papa.

De carácter enérgico y audaz, verdaderamente corso en su modo de ser, no lardó en distinguirse por su arrojo y sus aventuras.

Joven aun, pasó á Nueva Granada, alli se batió á las órdenes del general Santander y al regresar á liaba fue preso por formar parte de la secta de los carbonarios.

Conociendo la autoridad su valor, envió treinta esbirros para prenderle: la lucha que entabló con ellos fue terrible. Mató é hirió á muchos de ellos, y basta que cayó moribundo, no pudieron atarle y llevarle al Inerte de San Angelo en una carreta.

Restablecido de sus heridas y libre, volvió á América, y en Corfú mató á dos corsarios albaneses. Los compañeros de los muertos pidieron justicia, y Pedro Bonaparte respondió á su queja mandando fijar en las esquinas de Corfú un cartel que terminaba con estas frases que le caracterizan.

«Por último, aunque sois la hez del mundo entero, si habláis de una satisfacción personal mas bien que de infames alentados, consiento en rebajarme hasta probaros que si hay alguno entre vosotros, sea el primero ó el último, que tenga bástanle valor para batirse cuerpo á cuerpo conmigo, le probaré que no hay superioridad que los hombres civilizados no posean sobre miserables salvajes. Y al enviaros este cartel de desafío, tengo la honra de constituirme en campeón de los ciudadanos jónicos á quienes asesináis.»

El resto de su vida fue tan agitado como.el principio. En 1848 entró en Francia dos dias después de la revolución de Febrero, y fue elegido diputado por los departamentos de Córcega y Ardeche.

Destinado á la Argelia, no lardó en regresar á París formando parte nuevamente de la Asamblea. Su vida parlamentaria está llena de episodios que prueban más y más la violencia de su carácter.

Un dia en plena sesión, el representante Gastier, que se sentaba en lo más alto de la montaña, interrumpió á Mr. Odilon Barrot, que hablaba desde la tribuna, y profirió palabras ofensivas contra el presidente de la república.

Sorprendida la Cámara por aquella interrupción, se había quedado suspensa, cuando salió una voz sonora «rilando: «¡Callaos!»

Era la del príncipe Pedro.

—¡No callaré! replicó Gaslier, y añadió una nueva injuria.

Entonces el principe con la velocidad del rayo llegó hasta él y se oyó el ruido de un tremendo bofetón.

El asunto fue llevado al tribunal correccional, y como el abogado de Gaslier, Mr. Bac, se dejase arrastrar en el calor de la defensa á personalidades ofensivas, le interrumpió el príncipe:

—¡Basta de injustas denigraciones si no queréis que os pase lo que á vuestro cliente!

A la revolución de julio sucedió la república y más tarde el imperio: el príncipe volvió á Francia, pero ha tenido cerradas las puertas de palacio, así como las de la Cámara y de los consejos de la corona; sólo de vez en cuándo era recibido en la intimidad, pero siempre con recelo. No era bien mirado en palacio, y jamás ha pasado el umbral de las habitaciones de la emperatriz, no viéndosele nunca tampoco en las fiestas oficiales. Sus maneras disgustaban y ha estado viviendo en París en su retiro de Auteuil, casi tan desterrado como antes en Italia y en Bélgica, hasta que la muerte violenta de Víctor Noir ha vuelto á ponerle otra vez en evidencia.

EL GENIZARO SURUR ELIAS.