Página:La ilustración española y americana 1870.pdf/61

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida

Logo de la ilustración


PRECIOS DE LA SUSCRICION.

EN MADRID.—Un año 25 pesetas; seis meses 13; tres meses 7.—Números sueltos una peseta.—EN PROVINCIAS.— Un año -28 pesetas; seis meses 15; tres meses 8.—PORTUGAL.—Un año 5,610 rels; seis meses 5,290; tres meses 1,800.— EXTRANJERO — Un año 55 francos; seis meses 18; tres meses 10.


AÑO XIV — NUM. 4º
Febrero 10 de 1870

Editor y director D. Abelardo de Cárlos.

ADMINISTRACION CALLE DE BAILEN NUM. 1, MADRID.


PRECIOS DE LA SUSCRICION.

HABANA Y PUERTO RICO.— Un año ps. fs. 7,30; seis meses 4.50 —Números sueltos, fijan el precio los Agentes.— FILIPINAS Y DEMAS AMERICAS.—Un año ps. fs. 10; seis meses 6;—Números sueltos, fijan el precio los Agentes.



EL GENERAL CONDE DE BALMASEDA.

SUMARIO.

TEXTO.—Crónica, por Julio Nombela.—Apuntes sobre los primeros tiempos de la historia Romana, por D. Eugenio ele Oehoa.— Santuarios montañeses; Santa María ilc Yermo , por R. Juan Gírela.—La reciente erupción del Volcan ño Colima, según un 1(111(0 de «isla.—El General Balmaseda — El Parque de Madrid, y los patinadores.— (lamineras españolas. -El allual ministerio de los Estados-Unidos. — Necrología española de 1869 (continuación).—Los velocípedos.— Emilio Ollivier.—Roehefort.—Julio Vsimon. —Teatros.—Problema de Agedrez.—álbum poético.— A unos ojos, por R. Luis San Juan.—la fe del amor, novela (continuación) por D. Manuel Fernandez y González. —Soluccion del Geroglifico.—Advertencia.

GRABADOS.—El general conde de Balinasoda.—volcanes DE colima.—Vista del vedcan, tomada desde el edilicio del palacio municipal á SS kilómetros do distancia.—1. Gran promontorio de lava.—i. Los cerros de las plaitas donde fue tomado el semi• panorama.—Parque do Madrid, lago de les patinadores.—Las trcoe últimas cañoneras españolas alistándote para su salida del puerto de Nueva-Y'ork.—velocípedos.—De ires rueda», de Trempor.— He una rueda — He una rueda, do llemmings.—Para andar sobre el agna.— lie vapor.—Para el hielo — mericmo pan manos y pies. — De do< ruedas, de M. Donald.— He tres ruedas, de Mr. Samuel.—Ministerio alisal do los Eslados-l'nidos.— Emilio Oiliver. — Enrique Roehefort.—Julio Simón.—la ra del amor, Elena cantando aeahó do enamorar á Este ban. P.»g. 43).

CRONICA.

La nieve y el sol.—Un recuerdo. — La dama de los ojos azules.—Nuevo sistema para sacar crecidos intereses á un capital pequeño.—Sucesos en España.—Ecos de París.—Los húngaros.—Los católicos ingleses.—El sainete.

Hasta hace, pocos días han creido lo mismo los sabios que los ignorantes, que la nieve era agua congelada y que el mas principal de sus efectos, era enfriar á los seres humanos, ó si se me permite un neologismo, sorbetizarlos.

¡Stultiis! lo digo en latin para que nadie se ofenda: ahora para mayor claridad traduzco la palabra al español con la fidelidad que suele emplearse en las traducciones, y digo: los que tal creían estaban equivocados.

La nieve sirve para algo más que para poner frescos á los seres hu manos, sirve, cuando hay revistas militares anunciadas; para devolver la tranquilidad al ánimo.

Esto al menos ha sucedido en Madrid.

Anunciase una revista para el último dia de Enero, se habló de sus consecuencias, corrieron mil versiones cómico-dramáticas, los precavidos abastecieron sus despensas, hubo mucho miedo y al fin cayó una abundante nevada.

El suelo, los tejados, todo estaba blanco, y la noticia de que se suspendía la revista, hizo á los madrileños ver de color de rosa lo que era del color de la inocencia.

Pocos dias después, el sol que siempre alegra y en invierno más que nunca, deshizo con sus rayos la nieve y vean ustedes lo que son las cosas, el sol disgustó á los madrileños.

Yo espero que se reconciliarán con él, al ver que aunque aumente con su luz la brillantez de la revista, nos muestra con la mayor claridad que la parada no es un movimiento.

He hablado de nieve y no puedo menos de recordar á los que á estas fechas se hallan poco menos que en terrados entre capas blancas de ocho, diez y hasta quince metros de espesor.

Cuando pienso en la santa paciencia con que los montañeses de los