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nuestros informes sobre velocípedos, damos ahora un grabado del inventado por Delasnes en París, que permite su uso para escursiones sobre el agua con la rapidez que se quiere. Esta máquina está formada como indica el plano delineado por dos esquifes muy angostos ligados sólidamente entre sí por grapas de hierro, en medio de los cuales está colocada la rueda motor, cuya parte superior está encerrada en un cajón, para que no se moje el que dirige la máquina. Inmediatamente detrás de este cajón está la silla, en la cual sentado el velocipedista mueve con los pies las clavijas salientes á ambos lados' del eje de la rueda, empujando hacia adelante la máquina, que se gobierna con el manubrio. Sobre este velocípedo se pueden colocar uno ó más asientos para varias personas, y usándolo en rios pequeños y mansos, lagos ó estanques, ofrece gran diversión, pues descansando sobre dos esquifes, entre los cuales se halla la rueda, su marcha ofrece bastante seguridad, sin embargo no estará demás, que los que piensan servirse de este vehículo, sepan bien el arle de nadar.

Ahora, prosiguiendo nuestra tarea, llamamos la atención de nuestros lectores sobre dos velocípedos inventados últimamente, que se distinguen por su construcción aventajada. El uno es el velocípedo de tres ruedas por Samuel, que se mueve con las manos muy fácilmente y sin gran cansancio, mientras que los pies del velocipedista se mantienen en su posición natural, sirviendo de timón al aparato y dirigiéndole á derecha é izquierda. Está comprobado por los facultativos, que el fuerte movimiento de las estremidades inferiores, estando sentado, origina enfermedades del bajo vientre y muchas veces hernias. Las señoras por decencia no pueden servirse de los velocípedos movidos con los pies. Todos estos inconvenientes se han salvado completamente por medio del volocípedo de Samuel. Este consiste según se ve en nuestro grabado en una rueda delantera que sirve de motor y tiene 9 pies de diámetro; se mueve con su ojeen las varas (ó lanzas) arqueadas que salen de la armazón; la parte de detrás del aparato descansa sobre una cuña que la atraviesa, y á la que ,rstá asegurado el arco por debajo, cuyas puntas forman los ejes para las dos ruedas posteriores, que solo tienen el diámetro de 2 pies. El cabalgante está sentado sobre una silla colocado sobre el armazón por medio de una vara movible y sostenida al mismo tiempo por un muelle, bastante consistente que mitiga la violencia de los golpes del movimiento.

Delante del asiento se halla una vara derecha que termina en un travesaño, en el cual gira el eje, á cuyas puntas se hallan los dos manubrios, de estas salen varas correspondientes á las clavijas colocadas por ambos lados en el eje de la rueda motor. Estas clavijas están colocadas en ángulo recto para nivelar los puntos muertos, de modo que se puede mover siempre el velocípedo con facilidad sin ninguna influencia de la posición de las clavijas. Para apoyar los pies sirven los estribos colgantes de correas ó cuerdas atadas á los ejes de las ruedas posteriores lo que. facilita el movimiento del velocípedo á la derecha ó á la izquierda. Si se quiere ir en línea recta se da al eje de las ruedas posteriores la posición recta, haciéndolo con el ausilio de un muelle colocado en la cuña que atraviesa el armazón. Este muelle se retira cuando se aprietan los estribos, volviendo á su posición natural en cuanto cesa la presión. El inventor es Mr. Isaac Samuel de Maryville en Kansas, y tiene su establecimiento en Box, 773, New-York City, pueden dirigirse los aficionados que deseen adquirir estos aparatos. Asegura el autor que con este velocípedo se obtiene mayor rapidez con menos trabajo, pudiendo correr 23 millas inglesas de terreno llano en una hora. La máquina se dirige con la mayor facilidad hasta cuando se baja cualquier altura, quedando á la elección del velocipedista moderar ó acelerar la rapidez del aparato; del mismo modo se puede subir una cuesta aunque sea muy pendiente sin que haya que temer que so vuelque la máquina. Este velocípedo es provisionalmente ligero á la par que sólido, de modo que puede llevar un peso 300 libras. Colocando la silla de lado y recortando uno de los estribos servirá también para señoras y para niños.

El otro velocípedo perfeccionado que merece lijar la atención de los aficionados, es el velocípedo de dos vueltas de Mr. Donald. Este consiste en un cerco de hierro hueco, que sostiene las dos ruedas. La parte posterior de dicho cerco, que encierra el timón (ó rueda de gobierno) describe un círculo, mientras que la parle delantera con la rueda cerredera se estrecha en una lanza ahorquillada, cuyos lados corren paralelos. (Véase el grabado). En dicho circulo gira la rueda posterior ó de gobierno alrededor de su eje, el que corre en cajas unidas á varas torcidas; la doblez de estas varas corresponde á la encorvadura interior del cerco, estando colocadas dentro del mismo y moviéndose con facilidad de una partea otra. Mediante esta dispoticion la rueda de gobierno puede ejecutar dentro de su círculo una completa rotación en el nivel horizontal de su eje, volviendo el velocípedo á derecha ó izquierda con la mayor facilidad. A este fin se juntan dos varas que salen de las dos puntas del eje de la rueda hasta debajo de la silla, á donde están aseguradas á la parle baja de una pértiga (palanca) que sube en linea recta por encima del borde delantero de h silla, teniendo su apoyo entre dos varas, las que al mismo tiempo finen de travesaño para dar la solidez necesaria á la parte delantera del cerco. La punía superior de la palanca tiene un manubrio que sirve para gobernar la máquina. Ya hemos dicho que la rueda delantera ó sea corredera está colocada dentro de la parte ahorquillada del cerco; las puntas del eje de esta rueda están en cajas que se afianzan con tornillos al cerco, lo que tiene la ventaja de que se puede colocar la rueda delantera mas adelante ó mas atrás según la estatura del cavalcante. Si se quiere dar mas estabilidad á la máquina, se coloca la silla mas baja y casi hasta el nivel de los ejes, según se quiera. Esta clase de velocípedos se puede fabricar á un precio moderado, se gobierna con facilidad y hay la seguridad de no volcar.

El inventor, C. E. M. Donald, reside en Amsterdam Estado de New-York.

El velocípedo americano para manos y pies es de dos ruedas dispuestas paralelamente. En medio de ellas se halla el armazón en forma sexagonal, dentro del cual está colocada una silla movible. Desde el armazón suben tirantes, asegurados arriba por un travesaño formado de modo que pueda servir de apoyo á la silla, pudiéndose subir ó bajar según la estatura del velocipedista. Los tirantes están sostenidos por brazos arqueados, inclinados ambos lados hácia los ejes de las ruedas, pasando por otros ejes y asegurados á las puntas extremas del armazón; los bridones están atados á los tirantes a de modo para que el velocipedista con una sola presión de sus brazos pueda parar la máquina, poniéndola otra vez en movimiento por medio de muelles en cuanto cese la presion. En el lado interior de los tirantes se hallan clavos, que afianzan los manubrios y estos están en relación con los estribos por medio de varas de hierro y se pueden mover igualmente con las manos y con los pies. Cada rueda es independiente de la otra y la máquina se gobierna con la mayor facilidad, pudiéndose giraren las curvas mas cortas. Las ruedas tienen á lo mas 7 pies de diámetro: el cerco de la rueda es de acero con una faja fuerte de Caoutchone vulcarisado; los rayos son de alambre doble que se fijan en el cubo central donde se estiran con tornillos. Esta clase de ruedas es sumamente ligera y elástica, dando á la máquina un movimiento muy suave, y nivelando los sacudimientos causados por un terreno desigual; sin embargo se pueden usar también las ruedas de costumbre. El armazón se puede arreglar según la estatura del velocipedista: la silla está rellena y descansa sobre un muelle aparte. La rapidez del movimiento de esta máquina es admirable; además tiene la facilidad de poder colocar la silla al lado sacando los pies de los estribos y andar de pie con la máquina si el camino es demasiado escarpado ó quebrado ó pendiente.

El inventor es W. John G. White. establecido en Archsstreet en Philadelphia.

EMILIO OLLIVIER.

El actual jefe del gabinete francés nació en Marsella el 2 de Julio de 1825. A los veinte y dos años entró á formar parte del colegio de abogados, y á los veinte y tres fue elegido comisario general de la república en aquella ciudad, y al poco tiempo prefecto de Langres. En 1849 abandonó los cargos públicos, dedicándose con entusiasmo á la carrera judicial, hasta que en 1857 fue elegido diputado. Como tal, tardó poco en adquirir la sólida reputación de hombre de Estado que hoy todo el mundo le concede, y formó parte del pequeño grupo de oposición llamado en aquella época de los cinco.

Su gran tacto político, captándole las simpatías del Emperador, le ha conquistado el alto puesto de primer ministro que hoy desempeña. A M. Ollivier se debe el trascendental informe dado por Napoleón con motivo de las cuestiones suscitadas entre el virey de Egipto y la administración del canal marítimo de Suez.

Procedente Ollivier del partido democrático, ha ido operando en sus ideas una série de transiciones que le han acercado naturalmente al poder; es hombre de gobierno, y esto esplica que haya podido amalgamar sus ideas con las necesidades del Imperio.

Atribuyesele el proyecto de ir poco á poco desaflojando los tornillos del sistema centralizador que impera en Francia: lo hace, irá lentamente por este camino.

De cualquier modo, en las cuestiones que Rochefort y los socialistas han suscitado recientemente en la Asamblea francesa, ha demostrado que merece el puesto que ocupa por su talento, por su elocuencia, y por la energía de carácter que ha despegado.

Hechas estas indicaciones, no necesitamos añadir que es uno de los hombres políticos que mas enemigos tiene.


ROCHEFORT.

Hace seis ú ocho años que los lectores del Finara se deleitaban con las crónicas, críticas y artículos humorísticos que aparecían en dicho periódico con esta firma: Enrique Rochefort.

No tardó el desconocido escritor en ser uno de los ídolos del público parisiense. La ligereza de la frase, lo brillante del estilo, la fina sátira de sus artículos, el ingenio, la chispa que revelaban le hicieron el autor de moda.

Uno ó dos desafíos acabaron de estender su reputación.

Nadie hubiera creído al ver su cara y su figura, vulgares en estremo, que él era el autor de aquellos chispeantes artículos: nadie después de haberlos leido, hubiera adivinado en Rochefort un héroe de las turbas, un republicano exagerado, un apóstol del socialismo.

Después de egercer la crítica con gran éxito en el Fígaro, en el Charivari y en algún otro periódico, después de hacer aplaudir en los teatros algunas obras suyas, se metió á politico, fundó la Linterna, habló mal del emperador, le persiguieron, tuvo que refugiarse en Bélgica, el partido republicano le presentó como victima á los ojos de los republicanos de la primera circunscripción del Sena y estos le eligieron su representante.

Hoy es diputado, hoy es el jefe de las masas socialista-, de París y no sabemos lo que le durará este aura popular.

Ofrecemos su retrato, lo mismo que los de Ollivier y Julio Simón, porque son los tres personajes más en boga en París.

Rochefort tendrá treinta y ocho años: su actividad insaciable le proporcionará todavía nuevas ocasiones de despertar la curiosidad pública.


JULIO SIMON.

Julio Simón nació en Lorient en 1811. Los primeros pasos de su carrera parlamentaria datan de 1848, época en que el departamento de las Cotes du Nord le eligieron diputado de la Asamblea constituyente.

En 1849 fue nombrado miembro del consejo de Estado é individuo de la importante comisión de legislación.

Al terminar aquella legislatura se retiró á la vida privada y por espacio de trece años no volvió á ocuparse de los asuntos políticos de la Francia. En 1863 fue nuevamente elegido diputado, y desde entonces figura como uno de los primeros oradores parlamentarios.

Hoy forma parte de la minoría republicana; pero se diferencia de la mayor parle de sus colegas, por su vasta ilustracion, por lo meditado de sus juicios y por su amor al orden como base de la libertad.

Julio Simón es ademas uno de los primeros publicistas del siglo actual. Ademas de otras muchas no menos importantes, ha escrito y publicado dos obras que traducidas en todos los idiomas le han alcanzado universal renombre; estas obras son La Obrera y el Deber.


TEATROS.

Decididamente la temporada actual de teatros ha sido y es favorable á las empresas. El retraimiento del público, que tanto se dejó sentir en nuestros coliseos durante los últimos años, tiene en el presente una compensación, y no de otra manera se explica la afluencia de espectadores que acude asiduamente á las representaciones escénicas, dando cada cual la preferencia á aquellas funciones en que halla mas satisfechos sus gustos y sus exigencias.

Los aficionados á la música clásica no han dejado de asistir al magnifico teatro nacional de la Opera, donde la señora Ferni y Tamberlick recogen todas las noches gran cosecha de merecidos aplausos. La representación de La Vestale de Mercadante, verificada por primera vez en la noche del miércoles, obtuvo un éxito brillante, tanto por el perfecto