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PRECIOS DE LA SUSCRICION.

EN MADRID.—Un año 25 pesetas; seis meses 13; tres meses 7.—Números sueltos una peseta.—EN PROVINCIAS.— Un año -28 pesetas; seis meses 15; tres meses 8.—PORTUGAL.—Un año 5,610 rels; seis meses 5,290; tres meses 1,800.— EXTRANJERO — Un año 55 francos; seis meses 18; tres meses 10.


AÑO XIV — NUM. 5º
Febrero 25 de 1870

Editor y director D. Abelardo de Cárlos.

ADMINISTRACION CALLE DE BAILEN NUM. 1, MADRID.


PRECIOS DE LA SUSCRICION.

HABANA Y PUERTO RICO.— Un año ps. fs. 7,30; seis meses 4.50 —Números sueltos, fijan el precio los Agentes.— FILIPINAS Y DEMAS AMERICAS.—Un año ps. fs. 10; seis meses 6;—Números sueltos, fijan el precio los Agentes.


SUMARIO.

TEXTO.—Crónica, por Julio Nombcla.—Animales justamente célebres, por J. S.—Don Gonzalo Castaño» . por don Carlos Frontaura.—Concilio ecuménico.—Plaza del Progreso.—Paso de la fragata Berenffuela por el istmo de Suez, por D. Fernando Fulgosio.— La Fi DE!. AUOR, novela por don Manuel Fernandez y González.—Los osos blancos.—El Carnaval, por don Carlos Frontaura.—Albl m poético: Lo que la perdiz dice, por don Antonio Truena.—La luz y la sombra, por don José Selgas.—Bacía del siglo XV.—Problema de ajedrez.—Advertencias.

GRABADOS.—Don Gonzalu Castañon.—El general Lacy-Ewaus.—Embellecimientos de Madrid, vista de la plaza del Progreso.—Concilio ecuménico, la Silla de San Pedro en Roma —Pió IX y los presidentes de las secciones del Concilio.—Salón de sesiones del Vaticano el día de la inauguración.—La fe del amor.—Cacería de osos blancos.—El Carnaval en 1870.—Bacía catalana del siglo XV.

Don Gonzalo Castañon.


CRÓNICA.

Un escándalo literario.—La última razón de siempre.—La compañía de la Porra.—Bailes.—Carnaval.—El gobierno, los partidos y la conciliación.—Un retrato, una indiscreción, y un desenlace sentimental.—El socialismo en broma.—Sainete.

Hace tres ó cuatro meses que se puso á la venta un drama anónimo, titulado la Carmañola.

Algunos periódicos de los más formales dedicaron artículos críticos á la mencionada producción; uno de ellos publicó nada menos que tres.

El público español, que está acostumbrado á ver pasar desapercibidas las obras de arte y los trabajos literarios á secas, con ese esquisito olfato que la práctica ha desarrollado en él, se dijo:

—El drama debe ser político y pertenecer á algún personaje.

Aqui, en efecto, si un literato escribiese el Quijote ó el Fausto, cuando más la vivaracha gacetilla de un periodico, lo recomendaría a sus lectores del mismo modo que una fonda, una modista o un producto del laboratorio del nunca bien ponderado Mr. Holloway.

Pero si un político escribiese una novela tan mala como las de Ponson du Terraill, la critica, con traje de etiqueta, la prensa en masa, consagrarían su atención al librejo.

En cada escena, en cada frase hallarían los críticos alusiones intencionadas, retratos magistral mente interpretados, qué sé yo: y el público diciéndose:

—Debe ser importante la novela; la compraría, llenaría de dinero al editor, y dejaría en el abandono al Cervantes ó al Goethe modernos.

Iba á esclamar: ¡este es el mundo! pero me parece más propio decir: ¡esto es España!

Sobre poco más ó menos, una cosa parecida ha pasado con la Carmañola.

Algún amigo de su autor dijo:

—Es un ataque terrible á la prensa. La critica, por consideraciones al apellido del autor, elogió ó censuró con suavidad.

Los periodistas, que apenas tienen tiempo de leer, pensaron que el autor debia por naturaleza atacar á la prensa, y se irritaron, se habló mucho de la obra, una empresa teatral dijo para su presupuesto de ingresos: «este es un negocio;» los periodistas calificaron esta esperanza mercantil de audaz tentativa, llegaron estas impresiones hasta un circulo que según parece existe en Madrid con la pintoresca denominación de Compañía de. la Porra, y caten ustedes un conflicto, ó en otros términos, un escándalo literario.

La noche del estreno de tan murmurada producción, dicen los que asistieron al teatro que aquello parecía una plaza de toros. Los aplausos alternaban con los silbidos, los es-