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¿Qué era lo que hacia la vieja? ¿Qué buscaba en aquel lóbrego rincón?

El Pintado se acercó más.

La vieja cantaba de una manera estraña á media voz, y escarbaba.

La luz la iluminaba por lo alto, y producía un claro-oscuro, fuerte, acentuado, con masas densamente negras, ron puntos rojizos, en una accidentacion caprichosa.

Goya hubiera sacado un gran partido de aquella vieja repugnante, harapienta, mezquina, miserable, en cuyo semblante se pintaba la espresion de una avaricia sórdida é impaciente por gozar Lr delicia de la vista del oro, y escarbando para descubrirle.

El Pintado avanzó aun más, y llegó hasta tocar la puerta del sotechado.

En aquel momento la vieja, sentada en el suelo, ponía sobre sus rodillas una olla de barro cocido.

(Se continuará)

LOS OSOS BLANCOS
DE LAS REGIONES POLARES.

El oso blanco de las regiones polares es, sin duda, el mayor de los animales de esta especie, incluso el oso de la América-, al que, no sinrazón, llaman el rey de las Montañas Roquizas.

Este animal tiene su madriguera en las cavernas que forma la nieve, y se alimenta de pescados, lobos marinos y hombres, cuando puede proporcionarse este para él sabroso manjar.

De todos los animales anfibios de la creación, el oso blanco es el más hábil nadador, y como en los parajes que habita no halla más que liebres, aves marinas y hojas de liquen, hace una gran competencia á los esquimales en la caza de focas y leones marinos.

Bien es verdad que los habitantes de las regiones boreales les disputan ia presa y alguna que otra vez los cazan para aprovechar su grasa en su alimento, y sus pieles en su escaso y primitivo comercio.

Por regla general, la piel de un oso blanco, tiene de largo dos metros, y a veces dos y medio. La piel de uno de estos animales cazado en 1866, pesaba 100 libras, y el cadáver 1200. De este oso se sacaron 400 libras de grasa.

Mentira parece que baya europeos que por la afición á la caza, á las aventuras ó al negocio que con las pieles pueden hacer,-se atrevan á pisar aquella región.

Y, sin embargo, sobre la nieve, en medio de aquellos hielos, disfrutan de escelente salud hombres y animales: los primeros, que desconocen la civilización ó poco menos, arrastran una existencia miserable, Comen á manera de ensalada los liquenes de las rocas, chupan la nieve para aplacar la sed, saborean cual néctar delicioso el aceite de los pescados y de los animales anfibios, y se alimentan con la grasa y la carne de los osos, cuya caza es tan peligrosa como difícil.

Las armas de que se sirven para el objeto son lanzas y harpones.