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Poesías de Cuellar. — 249

Que sois para la dicha espirituales seres,
Y que ofreceis traidoras, en copa de placeres.
        Emponzoñada hiel.

¿Creeréis que porque os mecen magníficas visiones
En blandas nubes tintas de pálido arrebol,
El genio de los males con torpes intenciones
No verterá de pronto en vuestros corazones
        Un filtro de dolor?

¡Ah! sí; que todo vuela cual ave amedrentada,
Que por los valles cruza perdiéndose fugaz;
Y el esplendente brillo que el alma enagenada
Contempla ¡ay! es tan solo una fantasma helada;
        Una ilusión no más!