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268 — Poesías de Cuellar.

¡Oh! ruégale al Señor: dile que queda
En la tierra una madre desolada
Que llora tu partida....
¡La segúr de la muerte despiadada
Cortó tan tiernos lazos!
Y al huir, niña pura,
De sus maternos y amorosos brazos,
Las heces apuró de la amargura.

Dile que enjugue su copioso lloro,
Que calme su profunda desventura;
Y que un día felice, bendecida,
A tí se vea para siempre unida:
Esto dile al Señor. ¡Oh! tú, ángel bello,
Que so el excelso trono,
Entonas con victoria
Los eternales himnos de la gloria.