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EN GLORIA Y MAGESTAD

muertos[1]. He aqui, vino el Señor entre millares de sus santos[2]. Vendrá no tan de prisa, sino mas despacio de lo que se piensa. Vendrá á juzgar no solamente á los muertos, sino también y en primer lugar á los vivos. Por consigniente este juicio de vivos y muertos, no puede ser uno solo, sino dos juicios diversísimos, no solamente en la sustancia y en el modo, sino también en el tiempo. De donde se concluye (y esto es lo principal á que debe atenderse) que debe haber un espacio de tiempo bien considerable entre la venida del Señor que esperamos, y el juicio de los muertos, ó resurrección universal.

55. Este es el sistema. Os parecerá muy general, y no obstante yo no quisiera otra cosa, sino que se me concediese el espacio de tiempo de que acabo de hablar: con esto solo yo tenia entendidas, y esplicadas fácilmente todas las profecías. Mas, ¿será posible conceder este espacio de tiempo en el sistema de los intérpretes? ¿Y será posible negarlo en el sistema de la Escritura? Esto es lo que principalmente hemos de examinar y disputar en todo este escrito. Vos mismo seréis el juez, y debereis dar la sentencia difinitiva, después de vistos y examinados todos los procesos; que antes de esta vista y examen, seria injusticia manifiesta contra el derecho sagrado de las gentes.

56. Y en primer lugar, yo me hago cargo de algunas graves dificultades que hay para admitir ó dar algún lugar á este sistema: las cuales luego quisierais proponerme. Todo se andará con el favor de Dios, si quereis oirme con bondad, y no condenarme antes de tiempo. Un astrónomo que quiere observar el cielo, entre otros muchos preparativos, debe esperar con paciencia una noche serena: pues cualquiera nube ó niebla, que enturbie la atmósfera, por poco que sea, impide absolutamente una observación exacta y fiel. A este modo, pues, para que nosotros podamos ha-

  1. Qui digni habebuntur saeculo illo, et resurrectione ex mortuis.— Luc. xx, 35.
  2. Ecce venit Dominus in Sanctis millibus suis.—Ep. Jud. Ap. v. 14.