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DISCURSO PRELIMINAR

eran depositados? ¿Ignoraban ó era bíen que ignorasen que aquellos eran los tiempos en que debia manifestarse el Mesías, segun las mismas Escrituras[1]? ¿No eran testigos oculares de la santidad de su vida, de la escelencia de su doctrina, de la novedad, multitud y grandeza de sus milagros? Sí: todo esto es verdad; mas ya el mal era incurable, porque era antiguo: no comenzaba entónces, sino que venia de mas lejos: ya tenia raíces profundas.

En suma el mal estaba en aquellas ideas tan estrañas y tan ajenas de toda la Escritura, que se habian formado del Mesías: las cuales ideas habian bebido, y bebian frecuentemente en los intérpretes de la misma Escritura. Estos intérpretes, á quienes honraban con el título de Rabinos, ó Maestros por escelencia, ó de Señores, tenian ya mas autoridad entre ellos que la Escritura misma. Y esto es lo que reprendió el mismo Mesías, citándoles las palabras del cap. xxix de Isaías. Hipócritas, bien profetizó Isaías de vosotros... diciendo: Este pueblo con los lábios me honra, mas su corazon está lejos de mí. Y en vano me honran, enseñando doctrinas y mandamientos de hombres: porque dejando el mandamiento de Dios, os asís de la tradicion de los hombres: Bellamente haceis vano el mandamiento de Dios, por guardar vuestra tradicion[2].

  1. Gen. xlix, 10; Dan. ix, 25.
  2. Hypocritæ, benè prophetavit Isaías de vobis, dicens: populus hic labiis me honorat, cor autem eorum longè est è me. In vanum autem me colunt, docentes doctrinas, et præcepta hominum. Relinquentes enim mandatum Dei, tenetis traditionem hominum... Benè irritum facitis præceptum Dei, ut traditionem vestram servetis.—Vide Marc. vii, 6, 7, 8, 9.