Página:La vuelta de Martin Fierro - Jose Hernandez (2ed).pdf/21

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
20
LA VUELTA DE MARTIN FIERRO

Y como el tiempo pasaba
Y aquel asunto me urgia,
Viendo que él no se movia,
Me fui medio de soslayo
Como á agarrarle el caballo
A ver si se me venia.

Ansí fué, no aguardó mas
Y me atropelló el salvage—
Es preciso que se ataje
Quien con el indio peleé—
El miedo de verse á pié
Aumentaba su corage.

En la dentrada no mas
Me largó un par de bolazos—
Uno me tocó en un brazo
Si me dá bien, me lo quiebra—
Pues las bolas son de piedra
Y vienen como balazo,

A la primer puñalada
El pampa se hizo un ovillo—
Era el salvage mas pillo
Que he visto en mis correrías,—
Y á mas de las picardías
Arisco para el cuchillo.

Las bolas las manejaba
Aquel bruto con destreza,
Las recogia con presteza
Y me las volvia á largar,
Haciéndomelas silvar
Y mi valor se duplica
Arriba de la cabeza.

Aquel indio, como todos,
Era cauteloso.... ay juna!
Ay me valió la fortuna
De que peliando se apotra—
Me amenazaba con una,
Y me largaba con otra.

Me sucedió una desgracia
En aquel percance amargo,
En momentos que lo cargo
Y que él reculando vá —
Me enredé en el chiripá
Y cai tirao largo á largo.

Ni pa encomendarme á Dios
Tiempo el salvage me dió;
Cuanto en el suelo me vió
Me saltó con ligereza—
Juntito de la cabeza
El bolazo retumbó—

Ni por respeto al cuchillo
Dejó el indio de apretarme—
Alli pretende ultimarme
Sin dejarme levantar—
Y no me daba lugar
Ni siquiera á enderezarme.

Devalde quiero moverme
Aquel indio no me suelta—
Como persona resuelta
Toda mi juerza ejecuto—
Pero abajo de aquel bruto
No podia ni darme güelta.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
¡Bendito Dios poderoso,
Quien te puede comprender!
Cuando á una débil muger
Le diste en esa ocasion
La juerza que en un varon
Tal vez no pudiera haber—

Esa infeliz tan llorosa
Viendo el peligro se anima—
Como una flecha se arrima
Y olvidando su aflicion,
Le pegó al indio un tiron
Que me lo sacó de encima.

Ausilio tan generoso
Me libertó del apuro—
Si no es ella, de siguro
Que el indio me sacrifica—
Y mi valor se duplica
Con un ejemplo tan puro.

En cuanto me enderece
Nos volvimos á topar—
No se podia descansar
Y me chorriaba el sudor—
En un apuro mayor
Jamas me he vuelto á encontrar.

Tampoco yo le daba alce
Como deben suponer—
Se habia aumentao mi quehacer
Para impedir que el brutazo,
Le pegára algun bolazo
De rabia á aquella muger—

La bola en manos del indio
Es terrible y muy ligera—
Hace de ella lo que quiera
Saltando como una cabra—
Mudos — sin decir palabra,
Peliábamos como fieras.

Aquel duelo en el desierto
Nunca, jamas se me olvida,
Iba jugando la vida
Con tan terrible enemigo,
Teniendo allí de testigo
A una muger afligida.—