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LA VUELTA DE MARTIN FIERRO

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El mate no se permite—
No le permiten hablar,
No le permiten cantar
Para aliviar su dolor—
Y hasta el terrible rigor
De no dejarlo fumar.

La justicia muy severa
Suele rayar en crueldá:
Sufre el pobre que allí está
Calenturas y delirios,
Pues no esiste pior martirio
Que esa eterna soledá.

Conversamos con las rejas
Por solo el gusto de hablar—
Pero nos mandan callar
Y es preciso conformarnos;
Pues no se dehe irritar
Aquien puede castigarnos.

Sin poder decir palabra
Sufre en silencio sus males—
Y uno en condiciones tales
Se convierte en animal,
Privao del don principal
Que Dios hizo á los mortales.

Yo no alcanzo á comprender
Porque motivo será,
Que el preso privado está
De los dones mas preciosos,
Que el justo Dios bondadoso
Otorgó á la humanidá.

Pues que de todos los bienes,
En mi inorancia lo infiero,
Que le dió al hombre altanero
Su Divina Magestá;
La palabra es el primero,
El segundo es la amistá.

Y es muy severa la ley
Que por un crímen ó un vicio,
Somete al hombre á un suplicio
El mas tremendo y atroz,
Privado de un heneficio
Que ha recebido de Dios,

La soledá causa espanto
El silencio causa horror—
Ese contínuo terror
Es el tormento mas duro—
Y en un presidio siguro
Está de mas tal rigor—

Inora uno si de allí
Saldrá pa la sepoltura—
El que se lialla en desventura
Busca á su lado otro ser;
Pues siempre es bueno tener
Compañeros de amargura.

Otro mas sabio podrá
Encontrar razon mejor,
Yo no soy rebuscador,
Y esta me sirve de luz;
Se los dieron al Señor
Al clavarlo en una cruz—

Y en las projundas tinieblas
En que mi razon esiste,
Mi corazon se resiste
A ese tormento sin nombre—
Pues el hombre alegra al hombre,
Y el hablar consuela al triste.
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Grabenlo como en la piedra
Cuanto he dicho en este canto—
Y aunque yo he sufrido tanto
Debo confesarlo aqui;
El hombre que manda allí
Es poco menos que un santo.

Y son buenos los demas,
A su ejemplo se manejan—
Pero por eso no dejan
Las cosas de ser tremendas;
Piensen todos y compriendan
El sentido de mis quejas—

Y guarden en su memoria
Con toda puntualidá,
Lo que con tal claridá
Les acabo de decir—
Mucho tendrán que sufrir
Si nó cren en mi verdá;

Y si atienden mis palabras
No habrá calabozos llenos—
Manejense como buenos;
No olviden esto jamas:
Aquí no hay razon de mas;
Mas bien las puse de menos.

Y con esto me despido
Todos han de perdonar—
Ninguno dehe olvidar
La historia de un desgraciado.
Quien ha vivido encerrado
Poco tiene que contar—